sábado, 10 de agosto de 2013

"1492- un sueño de la realidad"

Introducción
Voy a comenzar a escribir una novela. La estoy escribiendo. No sé si será ficción o si es realidad. La comienzo a escribir, pero en ese sentimiento del Nosotros quisiera que tal vez alguien más la escriba. Será una novela abierta para quién quiera compartir conmigo su escritura o las imágenes que surcan dentro de su escritura, de la manera que así lo quiera...

1492                                    

I
   Insoportable ese día el calor cuando del museo me llamaron. La pieza aun mantenía el olor a humedad de esa casa de antigüedades baratas de donde había salido. Dijo el tendero que realmente era primitiva, que ya el antiguo dueño la mantenía dentro de la colección de cacharros, utensilios y pinturas de artistas nunca conocidos. Que la mantenía con cuidados a pesar de faltarle una pierna al ídolo que representaba, que él a su vez contaba que se la había traído un marino junto a otros objetos y que aparentemente hubiera sido de las Antillas o Centroamérica.
    Yo tenía que catalogar los objetos. Ese era mi trabajo en el Museo de Antropología. No éramos muchos los que trabajábamos allí, la mayoría jóvenes que recién terminaban su carrera. Yo ya tenía una historia previa de ser docente en escuelas de los suburbios de Buenos aires donde aun mantenía un cargo que sumado a este procuraban mi subsistencia. Mi mujer había muerto hacía unos años, con ella habíamos criado un hijo que ya cumpliría los 19 y entre artesanías, música y mujercitas de su edad, iba construyendo su vida.
    El ídolo navegaba en mis manos y me traía ciertos recuerdos de algún libro que hacia tiempo había observado. Busqué en los catálogos de la biblioteca del museo, luego en los libros que creía afines a su encuentro, pero no tuve la suerte necesaria.

   La figurilla es de barro, tal vez similar a las encontradas en la isla de Jaina frente a la costa de Campeche, en México.  Estas pertenecen a finales  del periodo clásico.  Jaina misma, se  cree, era lugar de enterratorios para la minoría que gobernaba en los cercanos asentamientos puuc. Entre aquellas, a veces existía una extraordinaria expresividad, como si se les permitiese a los artistas una mayor libertad que en los cánones de los monumentos públicos, pero lo extraño es que, aun con las semejanzas dadas, los rostros de la isla de Jaina mantenían cierto hieratismo que ésta no posee, en ella se observa una mueca trágica. Al primer momento pensé que la pierna que le faltaba había sido producto de su manipulación, o siguiendo la teoría de pertenecer a aquella cultura, el desenterramiento de ellas muchas veces produjo la destrucción de obras de arte  y éste podría haber sido uno de esos casos. Pero el personaje se encontraba apoyando todo su peso en la otra pierna, como mostrando la propia castración de la que falta, como símbolo  de algo que uno nunca podrá comprender. En su cabeza aparece una especie de tocado o de pájaro. En el rostro los ojos abiertos y exclamativos, y la boca abierta en exclamación de dolor, a diferencia de las otras figurillas cuya expresión está marcada de serenidad. Uno de los brazos lo utiliza en vez de la pierna faltante, apoyándolo en un supuesto piso, el otro en parte oculta su cabeza, agregando matices a esa trágica expresión. La vestimenta solo consta de un taparrabos al que puede atribuirse un leve movimiento que es reflejado por el mismo torso. Intenté atribuir teorías, aunque ese no era mi oficio. Fue entonces que intenté volver al artista que hubo en mí, aquel por el que había estudiado Bellas Artes de joven. Esa expresión era la que me llamaba, ese grito mudo de la imagen que puede ensordecer al que se anima a escuchar. Asi fue que hice bosquejos en dibujo de la pieza. Tengo la teoría de que en cierto estado inconsciente en el que uno se sumerge al realizar algo imponiendo la energía del modelo, podemos acercarnos a la captación de su sentimiento original. No había dudas al respecto, su mueca era la de un grito de dolor, no sé si relacionado con la falta de una de sus extremidades o por algún otro suceso, pero me devolvía la imagen aquel sonido de sus entrañas mismas. Solamente en el dibujo pude divisar algo extraño entre sus dedos, era muy pequeño, imagínense que la figurilla lo era. A primera vista, parecía  entretejiendo alguna forma con sus propios dedos, pero al dibujarlo, al intentar captar también la expresión de sus manos, encontré que entre sus dedos, simplificada en sus detalles, surgía otra figura. Imagínense el tamaño de ésta si el todo a lo sumo llegaba a los 12 cm.. Era otro ser apresado entre sus manos el que allí se encontraba.

   La imagen quedo allí. Me instaba a encontrar su origen. Presentaba al mismo tiempo una simpleza de formas y una expresividad casi obsesiva, provenientes de su propia serenidad en el peso del cuerpo, pero cuya mirada, su grito abierto, eran una súplica a los dioses, un pedido ceremonial hacia ellos. Me acordé en un primer momento de tantas imágenes suplicantes encontradas en distintas culturas de estas u otras tierras, pero sus formas se asemejaban mucho al modelo de las de Jaina, por lo que tal vez proviniese de dicha isla o de algún centro ceremonial cercano, seguramente en América Central. Había que realizar un estudio mas pormenorizado de la estatuilla, tal vez por carbono 14 para aproximar su antigüedad, pero el costo de dicho análisis no estaba presupuestado para nuestro museo, en una Buenos Aires en continuo contexto de crisis, así que dejé las referencias aproximadas para su asociación, sin especificar de que se trataban solo de teorías. Lo que sí y estaba casi totalmente seguro de ello, la imagen era previa a la llegada de los europeos en el S.XV. Además, debía yo comenzar mis vacaciones, esperadas, necesarias, soñadas.
    Años hacía que había comenzado una relación de amistad con una pareja italiana, también admiradores de Arte, tanto del clásico europeo como del precolombino. Encontraban en él tal pureza de formas, según me dijeron, que les emocionaba de tal manera como también lo hacía conmigo. Desde que los conocí, me venían invitando a su hogar, con la promesa de compartir el recorrido artístico que me pareciera. No fue fácil ir juntando el dinero pero al encontrarme solo y con un hijo que ya se las podía arreglar bastante bien, me decidí a partir hacia Europa.

    Fui ordenando mis cosas en “la oficina”. Así yo llamaba al escritorio donde guardaba los trabajos a concluir o los elementos personales y libros que leía cuando el tiempo daba, los trabajos que a veces me traía de la escuela para corregir o alguna fotografía en particular de esas que se guardan en las oficinas para sentirlas más de uno. A su vez mi escritorio estaba dentro de una habitación junto a las otras “oficinas” de mis compañeros más jóvenes, Clara y Matías, que eran los que proporcionaban la música al ambiente…En las paredes había varios afiches de exposiciones que se hicieron en el Museo, una línea de tiempo que había venido con la tirada de algún periódico, algunos dibujos míos, algunos dibujos de los chicos y cerca del escritorio de Clara, un poster de Luca Proddan.
    Ordené mis cosas en los cajones y a punto de irme, antes de saludar con un abrazo a los chicos y al director del Museo Pedro, de escuchar los pedidos de souvenirs de Europa y de todas las chanzas al trayecto accidentado que iba a tener en el avión, antes de todo eso, escondí la estatuilla en mi escritorio. No se por qué lo hice. La excusa que yo mismo me daba fue que todavía no había hecho el informe, pero esa no era razón suficiente para esconder algo que podía continuar en su análisis o en el disfrute estético cualquiera de mis compañeros o los propios visitantes. Me fui.

continuará...






2

 

Estaba yo esperando que zarpara el vuelo. No he viajado mucho en avión, solo 2 veces y nunca a tanta distancia, me parecía extraño. Lo más lejos había sido de Ushuaia a Buenos Aires, con parada en Rio Gallegos ya que en ese momento todavía no existía en la ciudad austral pista para aviones grandes, por lo que te llevaban en avionetas que daba miedo como las envolvía el viento. Peor aún al llegar a Tierra del Fuego, uno creía que se acababa la pista y que directamente caías en el mar abierto. Pero esta vez tendría tiempo de disfrutarlo, no tenía miedo como a algunas personas les suele pasar. Siempre dije que de suceder algún accidente, para qué preocuparse antes, si luego ya no tienes tiempo de pensar en nada. Alrededor había gente de todo tipo, lógicamente era clase turista pero podías observar modelos y modismos de todo estilo, los jóvenes que tal vez iban de luna de miel, el gerente yendo a realizar alguna operación, los amigos que iban casi de mochileros a recorrer Europa, la anciana que seguramente iba a visitar a algún hermano o primo que quedo en “la Italia”…Yo me había llevado en el bolso de mano algunos libritos de arte europeo, desde lo clásico hasta las vanguardias de principios del siglo XX.  Tan cuantiosa es la existencia y diversidad de obras, arquitectura, pintura, escultura, que quería agregar todo lo más posible a mis conocimientos para disfrutar lo que viera, sea en una iglesia gótica o en un museo, en una fuente o en un monumento público. En ese momento ella se sentó al lado mío, una mujer más joven que yo, de piel negra pero con rasgos mestizos. -Buen día-, alcanzó a decirme en un acento que en el momento no acerté a descifrar, buen día le conteste, ya debemos estar por zarpar me dijo, me fije en el reloj sin atender que en ese momento justo comenzaron a cerrar las puertas y le dije que si, esperemos que sea un lindo viaje, sí, eso espero, asintió.

 

Es extraño como los pensamientos se entrelazan con la realidad para buscar nuevos encuentros con otros pensamientos, yo había pensado en la belleza que podría contemplar en el viejo continente y lentamente el dialogo con mi compañera de viaje hizo que dentro del mismo razonamiento, dentro de un sinfín de saber que es Centroamericana de Haití, que vive en Francia pero había venido a visitar a unos amigos, y yo que voy a visitar a otros pero en Italia, de si había visitado qué lugares en Buenos aires, no mucho, La Boca, San Telmo, los barcitos caminando por la calle Corrientes, me llevaron a una t-a-n-guerr-í-a, -¿se dice así?...Sí, que interesante, la mayoría de los porteños nunca hemos ido a ninguna. Hablamos poco más y la azafata que ya empieza a realizar las señas que el altoparlante imposta, así que nos ajustamos los cinturones y me preparé para esa presión en la boca del estomago que producen los aviones al despegar. Bastante tranquilo el ascenso le dije a mi compañera, si, cuánto tiempo estuviste aquí, un mes nomás, y sin vuelta de hoja miro a otro pasajero que se encontraba más adelante, no hubo ninguna seña, pero pude suponer que se conocían. El hombre también de piel negra se encontraba unos 5 o 6 asientos más adelante, dibujó con la mano en el aire una especie de semicírculo y entonces ella se volvió hacia mí, disculpa es que estoy un poco distraída, que me preguntabas, si hace mucho que no estás en tu país, he pasado antes de venir a la Argentina, extraño mucho, pero la situación es cada vez peor allí, tienes militares en todos lados, no hay posibilidad de cambios en cuanto a la situación de pobreza que ya existía antes. Yo solo sabía que ante los conflictos permanentes en la isla, la ONU había mandado fuerzas de paz, siempre me pareció extraño que se llamen “de paz” y militaricen la zona en cuestión, lo mismo que en la Europa Oriental, será que la historia latinoamericana está llena de casos de golpes militares apoyados de una u otra manera desde el exterior, que siempre me pareció que esa situación es bastante confusa.

Siempre me quedó esa pertinaz idea de cómo esa misma cultura, la de un Leonardo, la de un Dante, fue la misma que asesinó a mansalva a los pueblos de este lado del mundo, claro que la ambición y el poder son innatos de todo ser humano, del de aquellos europeos como de los que vivían en estas tierras, pero siempre quise saber como aquellas mentes tan abiertas a la creación pudieron conquistar este continente considerando a sus habitantes casi como a animales, y digo estas tierras como a las de África, esclavos negros e indios que fueron dándole a Europa las riquezas necesarias para saciar su ambición, me queda claro que no eran las mentes de Boticcelli o la de Bruneleschi, sino la de ambiciosos mercenarios buscadores de riquezas materiales y no de riquezas espirituales los que pisaron estas tierras en aquellos siglos, pero siempre me resulto paradójico que fue el mismo hombre del Renacimiento el que piso estas tierras y las despojo hasta decir basta. Esa misma tierra a la que yo me estaba dirigiendo en búsqueda de disfrute estético. Necesitaba apreciar in situ el poder de esas obras que como propaganda religiosa habían llegado a nuestro continente, como debido panfleto a espada y cruz. Sin embargo  en el dialogo con mi compañera entrelazaba tales ideas, el poder que otrora llevó a los españoles de la conquista es el mismo que hoy no deja ser libres a sus pueblos. Marie, que así me dijo que se llamaba, volvió a mirar adelante a su seguramente conocido interlocutor de señas. Ella tenía esa nariz pequeña, afinada, esos ojos expresivos enmarcados por el contraste con la piel, era delgada, y  podía aparentar entre 20 y 30 años, aunque por su manera de hablar le hacía parecer más de eso, sus labios carnosos se movían mientras dialogábamos y a veces era difícil dejar de prestarle atención para atender a las palabras, igualmente la conversación me resultaba muy interesante.

 

3

Se comunica a los señores pasajeros que haremos una escala en el aeropuerto de Rio de Janeiro debido a una pequeña problemática técnica, no se impacienten ya que no se trata  absolutamente de nada que dificulte el viaje posterior. Muchas Gracias. Eso es lo que dijo el altoparlante, y aunque intentaba calmar los ánimos con su “absolutamente de nada” todos nos empezamos a sentir un poco angustiados, los rostros  de cada uno fueron pasando de la perplejidad a la pregunta y de ahí a un pequeño sentimiento de duda sobre lo leve del problema, las azafatas atendían a las preguntas con suma tranquilidad diciendo que no era nada grave, que muchas veces pasa que tenemos que hacer escalas en Rio por tal o cual motivo, pero que veríamos como nada iba a ocurrir, que por favor mantengamos la calma y que volvamos a colocarnos los cinturones de seguridad para el aterrizaje. Marie no contestó a mi exclamación sobre la situación extraña, ni a mi chanza, intento de tranquilizar a mi acompañante,  de que ya que estaba podíamos tomarnos un baño en las costas de Brasil, la mirada de ella se concentró nuevamente en su otro compañero, al cual en este momento no le vi la cara pero en la delicadeza de los rasgos de ella se marcaba un reflejo de pánico mayor que el que hubiera debido la situación dudosa que estábamos atravesando. Ella buscó en su bolso de manos hasta sacar un sobre de papel madera de bastante grosor, volvió a mirar hacia adelante y luego se dirigió a mí, disculpa, no puedo contarte nada pero tienes que hacerme un favor, esconde entre tus cosas estos papeles, son confidenciales, si al aterrizar nos llegan a detener a mi compañero y a mi, llévatelos y ve si puedes alcanzarlos a esta dirección. En ese momento y con pulso nervioso me anota una dirección y me dice que la guarde en otro sitio, no junto a los papeles, no se asuste por favor, nada grave puede pasarle a usted.

 

 

De ahí en mas las cosas comenzaron a sucederse precipitadamente. Yo intente que Marie me diera alguna explicación, ella que me pidió disculpas pero que no me podía explicar rápidamente, que le tuviera confianza y que estaba relacionado  con el pueblo de su país. Los gendarmes subieron, fueron directamente hacia el compañero con el que se había comunicado tan extrañamente durante el viaje, luego se dirigieron a ella, le preguntaron su nombre y le pidieron que los acompañara, tranquilamente lo hizo ante la impavidez de todo el resto de los pasajeros. Como al ocurrir esto, yo interrogue al gendarme, su respuesta fue una devolución, -conoce voce a eli?, tenería que acompañarnos tamben…-. -No,- dije- solo preguntaba. Sin ninguna aclaración los gendarmes bajaron con ellos del avión, se cerraron las puertas y el altoparlante anunciando que en pocos minutos volveríamos a zarpar, que disculpemos las molestias pero que se trataba de una situación de policía internacional, que para no perder más el tiempo el avión haría una maniobra en tierra para poder estar nuevamente en línea de despegue, las azafatas disculpándose también, diciendo que por favor nos mantengamos en los asientos con los cinturones abrochados, que al despegar ofrecerían una bebida para volver a disfrutar del viaje, disculpen las molestias (repitieron como loros lo que el altoparlante había dicho) pero se había tratado de una situación de policía internacional, muchas gracias.

Que podía hacer yo, sentía que algún pasajero podría haber visto la situación y no me atrevía a abrir mi mochila de viaje donde había guardado el sobre de mi ex -compañera de viaje, fue todo muy rápido, ni pude pensar si lo que estaba haciendo era lo mejor. Si ella era alguna traficante y me había dejado algo ilegal en el sobre, el que estaría en problemas era yo, o si se trataba de alguna conspiración terrorista y los papeles podrían implicar salvar a algún inocente de un atentado, pero si sacaba ahora el sobre estaría en la mira de los demás y como podría protegerme de las acusaciones, o si por otro lado Marie realmente era una buena persona y esos papeles eran importantes de una u otra manera, realmente no sabía qué hacer. Al meterlo en mi mochila sentí al tacto de que se trataban de papeles pero tal vez contenía algo mas, esperaría un rato mas de vuelo y si nadie me presta atención me dirigiré al baño e inspeccionare el sobre, pensé.

continuará

 

43 comentarios:

Silvi Rivoira dijo...

Felicitaciones!

yoHoy dijo...

continuación...
4
Alrededor mío parecía que cada uno estaba concentrado en su propio viaje. Me levanté para dirigirme al baño, con la mochila en la mano. Llegado a él me cercioré que dentro no hubiera cámaras, no lo creía pero tenía que mantener todos los cuidados posibles. Me senté y me dirigí a abrir el sobre que me había entregado Marie. Lo abrí suavemente, pensé en después la posibilidad de volver a cerrarlo sin dejar huellas de que fuera abierto, en su interior se encontraban una serie de papeles, algunos impresos y otros escritos a mano, además había un CD sin nada escrito en su superficie. Me puse a intentar entender lo escrito, mi francés era muy básico para totalizar la idea de los párrafos, pero se podía comprender que era una especie de carta dirigida a Organismos Internacionales, para que vieran las imágenes grabadas en el CD y leyeran el texto impreso, al mismo tiempo había una serie abundante de nombres de personas, algunos subrayados o marcados en círculo. El impreso comenzaba hablando de la misma historia de Haití. En ese momento golpean a la puerta, insistentemente, ya hacia un tiempo que me encontraba allí y me pareció oportuno guardar el sobre para más tarde, pedí disculpas y volví a mi asiento, mochila en mano. Cerré los ojos, después de sentarme. Muchas veces me ha servido en momentos de duda sobre las acciones a seguir, descansar la vista, adentrarme un una especie de meditación donde toda esa preocupación desaparezca por un momento, para luego encontrarme despejado y poder pensar mejor. Me quedé dormido y los sueños vinieron a mí.
La estatuilla se encontraba allí, completa. No entendía lo que la gente decía, yo solo veía al artesano con su imagen de barro en una ceremonia de creación y en completa serenidad, sentado sobre sus piernas, alrededor algunas casas realizadas con maderas y paja, mujeres con sus críos, otros correteando por ahí, un grupo de ancianos más adelante discutiendo sobre algún tema importante, me acerque a ellos, yo en algún punto sabía que no me podían observar, que todo era parte de mi sueño, estaba dormido mirando la escena. Me acerque a los ancianos, intente descifrar lo que decían, no entendía las palabras pero es como si fueran traducidas a conceptos mientras las enunciaban.
Habían llegado dos naves, como si fueran del mismo cielo, con extraños personajes de vestimenta extraña y pesada, se habían presentado con obsequios de los dioses en primer lugar, pero querían que los ayudasen a levantar un templo extraño donde permanecerían ellos, ya habían obligado a otras tribus más cercanas al naciente, y a quienes se negaban les pegaban con un cuero alargado hasta que sacaran sangre. Volví la vista nuevamente hacia el artesano, ahora sus manos construían otra forma, no llegue a distinguir lo que era, la azafata al pasar a mi lado ofreciendo unas vituallas y una copa de champan me devolvió a la vigilia. Toqué la mochila, seguía allí. El sueño me pareció extraño, luego de todo lo que me había sucedido, la estatuilla seguía enviándome mensajes en sueños, pudo haber sido una fuga inconsciente de lo incómodo que estaba al tener el material dado por aquella mujer morena. El pequeño descanso me dio fuerzas para decidir qué hacer, mantendría el sobre en mi poder, cuando pudiera en casa de mis amigos les pediría opinión, luego de intentar traducir el texto, y según el sentido que le dé al mismo, se lo llevaría a la dirección que Marie me dijo.

yoHoy dijo...

5
El aterrizaje fue suave. Desde la inmensidad del cielo observamos la inmensidad de Roma, exclamaciones de gozo, la viejecita que venía a ver a su familia persignándose, la pareja que yo suponía de luna de miel a puro beso, el supuesto gerente ordenando sus papeles. Lentamente fuimos bajando del avión, yo seguí a la gente en su camino aún cuando todavía no salía del estado de paranoia con respecto a las miradas sobre mi mochila y sobre mí, continuamos por un pasillo hasta traspasar las medidas de seguridad, me entregan la maleta. Intenté divisar hacia el grupo de gente que se encontraba esperando ver a mis amigos, no los encontré, seguí hacia la explanada y me senté a un lado. Estaba buscando su número de teléfono para llamarles cuando escucho mi nombre, levanto la vista y allí estaban.

6
El golpe me hizo perder el sentido. La acción fue muy rápida. Michel después me dijo que justo en el momento en que dirigí la mirada hacia ellos apareció un hombre que venía caminando en grupo con otras personas, no supo distinguir con que me pegó pero caí allí mismo. Ellos se acercaron corriendo y gritando por los guardias de seguridad, el hombre tomo mi mochila y después se la pasó a otro, cada uno corrió en distintas direcciones, la policía no pudo detenerlos, estaba yo totalmente desmayado en el piso del aeropuerto. No recuerdo que pasó desde allí, solo sé que al despertar me encontraba en una sala de emergencias del mismo aeropuerto junto a Michel y Angélica y sin mi mochila de mano.

Marcelo dijo...

En el medio solo había vuelto al sueño donde me encontraba durante el viaje.
Los ancianos seguían discutiendo lo que debían hacer, era responsabilidad suya la de todo su pueblo. En estos momentos la mayoría de los hombres jóvenes habían salido de caza, algunas mujeres y pocos hombres cuidaban de los chicos, tejían o colaboraban con tareas de la aldea, entre los ancianos que decidían había también mujeres, el artesano ahora moldeaba otras formas, en el sueño lo que iba moldeando al mismo tiempo ocurría, sus manos entretejían los hilados de las mujeres, corrían con las piernas de los impúberes y alzaban sus manos ancianas para obtener de los antepasados la ayuda necesaria para realizar la mejor decisión. Eran manos suaves, al lado se encontraban dos aprendices, pero solo él manipulaba el barro.
En los pastizales se escuchó el ruido a ramas crujiendo, hicieron silencio, el padre le hizo una seña a uno de sus hijos, éste preparo la lanza pero sin el menor sonido, como si lanza, chico y espacio que los rodeaba fueran la misma cosa, el padre insinuó una sonrisa ante tal espectáculo, antes de que todo pasara, antes de que el animal mostrara sus movimientos, antes de que el muchacho diera dos pasos y lanzara certera el arma sobre aquel para clavarse justo en el lateral cercano al corazón. El grito del animal retumbó a cierta distancia, allí se adelantó y le pegó con una piedra en el cráneo para desmayarlo. Se fueron acercando otros adultos con sus hijos, la carne de este animal junto a los otros dos cazados bastaría para este día, no sería necesario matar otro animal. Todos se agacharon y bajaron sus cabezas hacia la Tierra en agradecimiento, paso seguido los cargaron y enfilaron nuevamente para la aldea.
Mientras Michel hablaba con el médico, Angélica me consolaba diciendo que viera, que en todas partes es igual, que allá en Buenos Aires a nosotros nos aconsejabas que nos cuidáramos, pero que ya había visto como acá, en Roma, en Europa, también ocurrían ciertas cosas que nos avergonzaban como ciudadanos. Yo le dije que había ocurrido algo extraño, que luego se lo contaría, cuando se acercan Michel y el médico con una radiografía en manos y diciendo que no tenía absolutamente nada más que el susto y la pérdida de las pertenencias, que en cualquier momento llegaba la policía del aeropuerto a realizarle la declaración y que todo sería solucionado, que existía un seguro por haber ocurrido el hecho dentro del aeropuerto, así que no me preocupara. Muchas Gracias le dije, el médico se volvió a otro paciente que se encontraba solamente sentado en una silla, una anciana que aparentemente se encontraba con hipertensión o algo así, Michel se me queda mirando y los tres soltamos una carcajada cuando me dice: -Bienvenido a Italia, Bienvenido a Europa, nuestro amigo argentino…-

Marcelo dijo...

7
Hubo un segundo en que me olvide que todo mi cuerpo me dolía y atiné a levantarme. A pesar del dolor nos abrazamos y se abrazaron también las alegrías contenidas de volver a vernos, de haber podido ir a recorrer aquella tierra que también atravesaba parte de mi sangre inmigrante, como vértices importantes de la identidad propia. Come vai amici?, me duele todo pero estoy muy contento de verlos, de haberme animado a venir a visitarlos. Ellos también me dijeron con palabras y con gestos (tan italianos) la alegría de haber ido, según sus palabras habían disfrutado mucho mi compañía en Buenos Aires lo que les había posibilitado no solo recorrer los lugares turísticos típicos o los museos, sino poder observar esas realidades de la vida diaria, las “charlas”, así me lo dicen intentando porteñizar su castellano, mezclando arte y filosofía, necesidades espirituales con las necesidades sociales de la gente en Buenos Aires y en los alrededores, donde yo mantenía mi trabajo en las escuelas, poder no solo caminar por la calle Corrientes sino también el sentido y vicisitudes de la lucha diaria en los suburbios.
Antes de que viniera la policía del aeropuerto para testificar sobre el robo debí contarles lo sucedido, sobre Marie, el aterrizaje en Rio de Janeiro, el sobre conteniendo los papeles secretos, mi promesa de llevarlos a tal dirección y la posible relación de hechos entre lo que había sucedido después, el robo de mi mochila, pero aparte debía confesarles una cosa más, algo que en el momento posterior al golpe no recordé pero ahora si lo hacía. Al bajar del avión, antes de pasar por la aduana, había sacado el sobre y me lo había guardado en un bolsillo amplio que tenía mi campera, la que tenía en la mano para precaverme del frio pero que recién me puse en ese momento. Las miradas estupefactas de mis amigos siguieron atentamente la descripción de los hechos. Luego de unos segundos de impavidez y de sorpresa, recién se animaron a decir palabra, primero fue Angélica: -disculpa Pablo, entonces lo que te quisieron quitar fueron esos papeles, tienes que contarle a la policía cuando llegue, creo que deberías entregárselos también. Y agrega Michel: -estoy de acuerdo, si te asaltaron por ese sobre quiere decir que lo que allí hay es de alguna importancia, seguramente seguirás corriendo peligro mientras mantengas esos papeles contigo-, -es cierto- les digo- pero por esa misma importancia y por haberle hecho la promesa a mi compañera de viaje, aún sin conocerla, es que tengo dudas sobre lo que debo hacer, lo entendemos pero ni tú sabes quién era esa mujer, tal vez estaba implicada en alguna situación ilegal, pero aunque no lo sea tienes que pensar en el peligro que corres si los sigues portando, igual la decisión es tuya, nuestro amigo, y algo conocemos de tu ética de haber dado la palabra, así que cuenta con nuestro apoyo.
Realmente era cierto todo lo que me decían, yo mismo lo había pensado, pero tal vez era la mirada de Marie pidiéndome que llevara su secreto y en este momento sentía que a ella ya la conocía de otro lado, no sabría decir de dónde o por qué, pero es como que antes de ese tiempo compartido en el avión la hubiera yo conocido, hubiéramos compartido algo en esta vida o en esa sensación que a veces creemos que puede ser de vidas anteriores. Tenía muchas dudas de lo que debía hacer...

Marcelo dijo...

Los policías entraron en la sala, un hombre y una mujer vestidos de uniformes se acercaron al médico y luego vinieron hacia nosotros, preguntaron por mí, entonces él acercó una mesita mientras ella sacó unos papeles que llenó con los datos de mi pasaporte y el reporte que le di con medias traducciones de mis amigos, luego me pidieron disculpas de lo sucedido en su país y que cuando estuviera mejor me acercara a su oficina, que allí llenaría algún otro papel y me darían un cheque del seguro por las pertenencias robadas. Del sobre ni hablé, tampoco lo haría después al terminar dicho informe. Las caras de mis amigos, a pesar de lo que habían dicho quedaron preocupadas, tal vez no fue muy lúcido no haber dicho nada a la policía, sobre todo por ellos que de alguna manera y sin ninguna posibilidad en contrario, terminaban metidos en la situación.
Realmente no sabría como haber salido de ese aeropuerto sin mis amigos, es inmenso, pasillos, negocios, gente, hubiera tenido que pedir ayuda como si fuera un ciego o algo así, aparte en medio del diálogo ni sabía adonde me llevaban, parecía un laberinto, mi cuerpo ya estaba mejor pero me sentía mareado, la conversación pasaba de los lugares que deseaban que conociera hasta los recuerdos de sus pasos por mi país, era como que negábamos de alguna manera la situación extraordinaria que había sucedido, solo una o dos veces observé como Angélica miraba alrededor nuestro, nadie extraño nos seguía.

Marcelo dijo...

8

A la tarde salimos a disfrutar, ellos realmente se sentían a gusto haciendo de guías de turismo por la Roma antigua, dijimos que había que empezar por el principio así que me llevaron a ver los restos de la cultura antigua, el Partenón, el Coliseo romano, y cada conversación llevaba a otra, desde hablar de Espartaco, el esclavo que casi hace caer al mismo imperio, a la situación política de la Italia actual, de lo impresionante de las columnas y de los frontispicios y de la ciudad antigua en sí, hasta sus relaciones con el mundo actual, el imperialismo de las grandes potencias, la ley del más fuerte, la esclavitud que aún de otras maneras o con otros nombres pervive a pesar de las Declaraciones de Derechos Humanos y de una supuesta conciencia ética en contra de la misma. En ningún momento volvímos al tema de los papeles ni de lo sucedido en el aeropuerto, solo más tarde mientras tomamos una cerveza en un bar más céntrico comenzamos a comentar la situación, mantenía yo la decisión de leer el texto, esa necesidad de informarme sobre algo que por algún motivo debía ser censurado, ellos lo leerían conmigo y decidiríamos de acuerdo a lo que dijera si llevarlo a la dirección que Marie me había dado o directamente a la policía si es que creíamos que se trataba de algún informe terrorista o algo así.
A la noche recién conocí su casa, alejada de la Roma céntrica donde la mezcla arquitectónica de pasado y del presente le daba un sabor barroco, era una entrada común de donde salían pequeños pero muy bonitos dúplex , algo así como un pequeño barrio privado con jardines que incluían una pileta y un quincho en común. Dentro de la casa en la parte baja se encontraba un living-comedor bastante amplio con varias bibliotecas alrededor, así como pequeñas pinturas en las paredes y un tapiz que recordaba uno de los viajes por Latinoamérica. También había una cocina con un ventanal que daba al parque colectivo y un baño de servicio. En la parte alta se hallaba el dormitorio principal, otro más pequeño donde yo me iba a alojar, el baño principal y un pequeño espacio adornado con una hermosa escultura en hierro y madera. Ya de antemano había pensado en la cena con la que me agasajarían, un plato de fideos caseros que había amasado la mama de Michel, con una salsa bolognesa sobre la cual no me quedó otra que pasar el pancito sobre el plato, con la risa de fondo de los dos gustosos de que la haya disfrutado de tal manera. Después tomamos un rico vino italiano y nos sentamos para ver las fotos y la filmación de cuando habían venido a la Argentina, a lo cual no pude negarme a pesar de que en un principio dudé en casi obligarlos a intentar ver el contenido del sobre. Igualmente quedamos en levantarnos temprano para verlo y decidir sobre él con la mente más despejada, mientras decidiríamos sobre el recorrido de la nueva jornada. Antes de acostarme también quería ver si podía encontrarme con mi hijo a través del internet, así que les pedí usar su computadora, mi hijo no estaba para chatear, pero tenía un mail: -Pa, me llamaron de la biblio para ver dónde guardaste la estatuilla, o algo así…dicen que encontraron otra con aparentes características similares, por lo menos eso es lo que les entendí, espero que hayas llegado bien y que hayas encontrado a tus amigos, cualquier cosa mañana a la noche me conecto de vuelta, ojo con “las tanas”, jiji…-, le contesté que había llegado bien, que ya había recorrido por algunos lados y que mis amigos son una gente muy buena así que se quede tranquilo, a lo de “las tanas” le contesté con otra broma sobre sus noviecitas, y de la estatuilla que mañana hablábamos o que sino que el dire me enviara un mail explicándome bien. Cuando agarré la cama caí en los sueños muy rápidamente.

Marcelo dijo...

9
Otra estatuilla. El sueño siguió su recorrido nuevamente, llegaron los hombres con sus hijos adolescentes cargando con alegría las presas que compartirían en la cena de ese día, se podía ver por sus caras cuales eran las madres de los nuevos cazadores, por esa alegría de madre hacia su cachorro, los ancianos en cambio no sonreían, seguían con sus pensamientos en otro lado, harían una asamblea luego de la cena con los mayores para comentar los nuevos acontecimientos y poder así ellos tomar al día siguiente la decisión correcta, serian las nubes de esa noche y la sangre del mayor animal cazado las que ayudarían también a tomar la decisión, como cada vez que acontecimientos extraordinarios les han pasado desde que tenían memoria como pueblo. El escultor formó con sus manos la forma del animal antes de eso, la enterró sin decir donde hasta que pasara también la noche, había tomado la decisión de al día siguiente enseñar a sus aprendices los ceremoniales mágicos que acompañaban al hecho de la creación en el barro, el también había tomado las enseñanzas de su maestro, el propio padre, que ahora se encontraba entre los ancianos, y como el se lo enseñaría a su hijo y al hijo de su hermano que adopto junto a su mujer al morir aquel.
Nuevas informaciones de los visitantes llegaron al pueblo, al mismo tiempo que los ancianos estaban considerando las vertidas por los misterios de las nubes y de la sangre derramada, las informaciones hablaban sobre que algunas de las naves celestiales se estaban yendo hacia el fondo del océano, pero que con los restos de una habían realizado una especie de templo donde se protegían los que habían quedado, se volvía a decir que habían tomado como esclavos a la tribu más cercana y que los hacían trabajar en la construcción de dicho templo. A la noche, mientras los jóvenes descansaban, los ancianos se habían quedado observando la dirección de las nubes, la misma dirección de la sangre derramada del animal, las mismas formas en que aquella se había impregnado en la piedra, y hasta la coloración rojiza de las nubes no auguraban buenos presagios.

Marcelo dijo...

El autor sabe que, a esta altura de los acontecimientos, si es que se ha dejado llevar por la narración de los mismos, debería querer saber lo que en ese sobre que la tal Marie, entrego en el avión a nuestro personaje, uno de los hilos conductores de la novela esta encerrado en ese sobre. Uno como escritor debería percatarse de tal necesidad y exponer lo que en el se contenía, pero los hechos siguieron abriendo la duda de tal explicación, tal vez para dejar esa molesta sensación de duda que haga a la continuidad de la lectura, o quizás porque en esa duda (esto lo cree el autor) es donde alguna verdad de esas que nunca previmos puede aparecer, no el barroquismo y en el horror al vacío de la información falsamente objetiva, sino en lo siniestro posible de que nunca se sepa la verdad de nada, si la realidad diaria, los pueblos y las personas individuales en su cotidianeidad, la historia de ese pueblo del que era parte Marie, el personaje, sus amigos inmersos de la cultura occidental dominante iniciada en aquel renacimiento que también vio zarpar a Colon con su barcos, hacia la conquista, la explotación de las tierras y de las vidas de América en pos de aquella primera revolución industrial llamada renacimiento, el virtuosismo de la obra de aquella época que a pesar de las guerras del siglo XX ha quedado en esta Europa, un Leonardo, un Michelangelo, cualquiera de aquellos nombres grandiosos que eran capaces de abarcar el mundo en sus miradas, de poseerlo con sus manos, el mundo dominante, no ese otro mundo en el que habían nacido los antepasados de Marie, o aquel en donde aquella estatuilla que dejara en el museo, en Buenos Aires, y por uno u otro motivo, no podía sacarla de su inconsciente, y después del mensaje de su hijo, tampoco de su consciente. Tal vez mas adelante en el transcurso de los acontecimientos, decía, podamos conocer de los secretos encerrados en aquel sobre, pero en este momento, cuando las luces de la casa de A y M se han apagado, cuando la necesidad de descanso de la jornada hubo hecho de que nuestro personaje estuviera dormido y continuaba en sus sueños de una vida anterior que tal vez se relacionara con la existencia de aquella estatuilla, que ahora su hijo le decía que en el museo querían observar, en este mismo momento se le enciende la luz sobre la cara y el sobresalto de encontrarse con ese fusil apuntándolo en la cara, diciéndole que se levantara, observando como sostenía otro hombre a A con otra arma en su cabeza, sentándolo y atándolo en una silla con el foco de esa linterna también apuntándole junto al fusil, -¿Dónde está el sobre?, si no nos lo dices, matamos a tus amigos y luego a ti, no te queda otra salida-, - además necesitamos la dirección adonde los tenias que llevar-, -¡rápido!, no vamos a esperarte para empezar a matar a tus amigos- el rostro a un lado de A, asustada, apretado su semblante entre la pared y el frio del arma que le apuntaba. S, les doy el sobre, pero no sé nada, la mujer me dio el sobre en el avión, pero yo no la conocía, no sé qué dirección…-No mientas, insistió, sabemos que no sabes mucho, que no estás implicado, pero la mujer te dio una dirección así que entréganosla y no les sucede nada, sino es así mueren los tres.
Se llevaron el sobre y el papel donde estaba la dirección, se los di sin decir absolutamente nada mas, salvo suplicar por mis amigos y también por mí.

Marcelo dijo...

Quedamos maniatados a las sillas hasta que lentamente pude deshacerme de la mordaza, le dije a Angélica que esperara, que esté tranquila, fui hacia la cocina y comencé a raspar contra el filo de la mesada la cuerda que me ataba a la silla. Sentí que la deshice demasiado rápido para el grosor de la soga, entonces me dirigí a desatarla y corrimos a la habitación de ellos para ver como se encontraba Michel. El golpe que le habían propinado había sido fuerte, aparte lo habían atado por la espalda así que lo desatamos y ella llamo al servicio médico. Igual no tardó mucho en volver en sí, todo había pasado, un gran susto si es que el golpe no pasaba de una leve hinchazón, todo había vuelto al lugar de donde nunca había tenido que modificarse, mis amigos y yo, nada de sobre ni implicaciones sobre situaciones que desconocíamos.


Quien sabe que paso ese día. Los ancianos fueron a ver, no volvieron. El hacedor de estatuillas fue con ellos, habían entendido que sería importante, que los dioses estaban en sus manos cuando manejaba el barro, eran los dioses mismos los que llevaban sus manos, si estos seres de un solo dios que habían llegado hubieran entendido. Los ancianos no volvieron, el volvió sin una de sus piernas, llego arrastrándose en el barro que tantas veces le había enviado los mensajes para que sus manos le dieran forma. Sus manos iban nadando en el barro, ya la tormenta había comenzado, un largo camino de tormentas seguirían a esta. Su mujer corrió hacia el, yo la vi, yo era el mirándola, sus ojos, esos ojos conocidos, sus hijos arrodillados sobre el barro que el les comenzara a enseñar a manipular, el pueblo abrió sus ojos, esos ojos no eran la primera vez que sufrían pero se sintió que el cielo mismo en ese momento se caía. La tormenta arrecio con toda la fiereza, las nubes en toda oscuridad gritaban cada vez más cerca, el viento agitaba los silencios, esos silencios que gritaban mas fuerte aun que los propios truenos. Sus piernas, el espacio de sus piernas, mis piernas, sentía la nada en mis piernas, tal vez el sacrificio al nuevo dios, esto yo lo vi en los sueños, uno sabe que los sueños muestran de alguna manera su consistencia de sueños, así que pensé, como alguna vez lo hice, que estos dioses que en barco y de los mares habían llegado no eran la promesa, o a lo sumo eran el castigo, llore en esa mujer sin haber visto todavía, llore el silencio, no entendí, luego percibiría los olores de las fieras, la huida hacia la selva , podía yo y mi pueblo comprender a dichas fieras alimentarse con mi cuerpo, podía entender el sacrificio a los dioses conocidos, pero no esa barbarie que me hacia huir junto a mi pueblo, en medio de la tormenta, en medio del aullido de las fieras.
-Perdonen, tendría que haberle entregado todo a la policía al llegar al aeropuerto, miren lo que provoqué, corrieron peligro sus vidas por una estupidez mía-
-En verdad, tienes toda la razón. Dijo Michel mientras sonreía a duras penas de sus dolores. Angélica mientras tanto hablaba con el médico, al rato la policía nos interrogaría y ni dude esta vez en contarles todo lo acontecido, con lujo de detalles, desde que Marie se sentó al lado mío en aquel avión. Me dijeron que antes de salir de Italia seria citado a volver a declarar, que quedaba a cargo y responsabilidad de mis amigos, que cualquier traslado a otro país, aun dentro de Europa, lo debería anunciar y solicitar el permiso, etc. etc.
Él me miraba sonriendo. Ella, un poco molesta y tenía toda la razón
-Bueno, ustedes me invitaron- los tres soltamos a reírnos a carcajadas, liberándonos de toda la tensión de lo que habíamos pasado.

Marcelo dijo...

A la tarde de ese dia, Angélica insistió que igualmente vaya a recorrer algo de la ciudad. Era mucha la culpa de los sucesos. Me hubiera quedado acompañándolos muy a gusto, sino hubiera pensado que tal vez ellos necesitaban alejarse un poco de mí y de todos los problemas que les había traído desde mi llegada. Me dieron un itinerario con todas las precisiones para poder movilizarme por la ciudad, determinados puntos que a ellos les parecía interesantes y a los que podía concurrir sin necesidad de “sus” cuidados.

Marcelo dijo...

10-
En el museo no tuve inconvenientes con el idioma, ya que había un guía que hablaba muy claro el español. Fue muy solitario mi paseo, como si los acontecimientos vividos me hubieran estresado, pero al mismo tiempo porque quería captar cada imagen, la arquitectura, los rostros, el movimiento, diría hasta los olores de aquellos lugares. Pienso que cada lugar tiene un ritmo, una mezcla de colores, formas y sonidos, buscaba yo la relación en los ritmos de su idioma, de sus modales con el del arte que reinaba en esos lugares, no se hoy pero en mis tiempos de estudiante se puso siempre hincapié en la influencia renacentista sobre todo el mundo posterior a aquella época, y esa historia occidental y ese misterio de “evolución” entre el hombre del Medioevo hacia el del SXV, de una u otra manera había quedado impreso en nuestros subconscientes de pueblos conquistados y colonizados por aquellos, era la identificación con el poder (y en este caso el poder del arte) del conquistador. Pensaba esto y al mismo tiempo me maravillaba en sus obras de arte, la búsqueda de la representación de la realidad material, el cuasi-naturalismo de sus escenas, aun cuando en su mayoría fueran escenas religiosas, la perspectiva euclidiana, la búsqueda de la belleza, de “la Verdad” en la armonía aurea de sus formas. Solo entable un pequeño dialogo con una pareja que se encontraba en su luna de miel y alguna que otra palabra con el guía en referencia a tal o cual imagen, nada mas. El observador solitario embebiendo sus ojos y el resto de sus sentidos en lo que observaba.
Igual al salir sentí su mirada. Estaba parado en la esquina por la que tenia que volver, sentí que me miro desde que salí del museo hasta que pase por su lado y proseguí mi marcha. Era un hombre cojo, sentado en el piso, al yo mirarlo sus ojos se clavaron mas aún en los míos. Tuve que bajar la vista, seguí mi camino. No tuve inconvenientes de vuelta a casa de mis amigos, la ruta que me habían marcado, los medios de transporte adecuados, los teléfonos necesarios por si me perdía, hasta me habían hecho recordar a mi madre, seguramente a todas las madres cuando de chico te dan mil y un discursos para hacer las primeras salidas en soledad. Volví pensando en si había alguna relación entre estos recuerdos, los de mi madre, las imágenes de arte que había presenciado, los sucesos en estos días y la mirada de aquel hombre al que le faltaba una pierna, pensé: la derecha, pero solo fue un pensamiento de esos que buscamos para no detenernos en los otros, para seguir el camino nomás.

Marcelo dijo...

11-
Marie
De chica, le gustaba pensar que era una princesa. Hija de uno de los choferes del presidente de turno, tuvo la posibilidad de conocer los varios rostros de la verdad. Jugaba con los hijos de los ministros, pero también lo hacia con sus vecinos del barrio pobre, aunque no tan pobre como el de al lado o el otro o el de mas allá. Tal vez la historia oficial se vengo de que aquel pueblo de esclavos fuera el primero en liberarse del yugo colonial, luego de los EEUU, igual que los esclavos que siguieron a Espartaco fueron vencidos, allá el Imperio Romano, aca el imperialismo occidental. Ella alguna vez pensó que la misma tierra guardaba algún maleficio, las creencias religiosas del pueblo la llevaban a elaborar conjeturas de venganza originaria al ser tierra donde fueron masacrados los pueblos originarios. En su mente de niña no comprendía esas grandes diferencias entre lugares de su país, entre su país y otros, entre su historia y la de otros. Hablaban un idioma europeo, su sangre y su piel eran africanas, pero la tierra era América, un continente encontrado por casualidad por los europeos, justo en momentos de una primera revolución industrial, cuando salían de la Edad Media y necesitaban materias primas o el oro y plata para comprar aquellas o en el caso de España, absolutamente todo lo demás. Vio mas tarde la soberbia de sus amiguitos de un lado y la prostitución o la locura de los que eran del barrio pobre. Se alfabetizo junto a los primeros, pero sus ojos se llenaron de rabia en la realidad de los otros. En uno de los tantos golpes militares asesinaron a su padre, los contactos igualmente posibilitaron su escape junto a su madre y un hermano a Francia, allí vivieron bien, en lo posible siendo exiliados claro, allí se fue construyendo una ideología propia, producto de su historia y la de su país, de la del mundo globalizado en que le toque vivir, también producto de las sensaciones que habían dejado los amigos de un lado y del otro de la infancia, de la de sus amigos en Europa, donde trabajo de diseñadora grafica en una multinacional mientras seguía estudiando, en la Universidad y en los libros, lentamente assi pudo construir una Marie adulta, asi se incorporo a grupos políticos pero su dogma único seguía siendo la liberación de aquel pueblo. Ella sobre odas las cosas, seguía soñando en Haití, asi que volvió justo en aquellos momentos en que se realizaba la segunda elección democrática de toda su historia, Piensen la alegría, a pesar de que supiera que no todo lo que reluce es oro, que no dejaba de ser un gobierno con poca estabilidad y mucha dependencia. Y los acontecimientos fueron pasando, retomó el contacto con el pueblo, con sus recuerdos, con el hambre de sus recuerdos y de su pueblo. Después pasaron los acontecimientos que editaron los diarios….
Después ella supo los entretejidos de tales acontecimientos, la visión del investigador en el propio campo de estudio, no con la vista en un micro o telescopio, no con referencia a tal o cual autor, sino en la vida de tales acontecimientos. Así fue como con otra gente fue recabando información. Eso es en suma lo que en aquel sobre había, información de la historia de Haití y de Marie, nombres, acontecimientos, fotografías, una demanda a las Naciones Unidas y a las no Unidas, para aclarar esa partecita de la historia del mundo, para tal vez llamar la atención de quienes aun tienen la sangre en sus venas y algún pequeño poder aunque más no sea. Esa es la historia del sobre, ese que involucró a nuestro personaje en situaciones que nunca hubiera pensado. Tal vez soñado sí. Como en esa continuidad de sueños que lo llevan a otros tiempos tal vez relacionados con aquella estatuilla en Buenos Aires, seguramente relacionados también con vaya a saber qué.

Marcelo dijo...

12-
Los amigos lo estaban esperando con una sorpresa. Antes que nada habría que decir que Michel estaba mucho mejor de la golpiza de la noche anterior, pero aparte de esperarlo lo hicieron junto a 3 de sus amigos, una pareja de un francés llamado Charles y una alemana llamada Anna, y una italiana amiga de Angélica de nombre Beatrice. Esa noche fue la necesaria distensión para todos, Charles era chef y preparó una cena de aquellas que llevan al nivel de arte a la necesidad primaria de la comida, era el vuelo de Anna el que tendía las redes hacia las conversaciones que iban y venían desde Borges hasta Sartre, desde las proporciones áureas renacentistas hacia una concepción unicista en el arte precolombino, mientras mis amigos sonreían y Beatrice hablaba lo justo para destrabar las madejas en las que a veces se convertía la conversación, Sus grandes ojos oscuros, su cabello de leves ondulaciones, la libertad de su ropa, daba en ella un carácter sesentista, algo así como una Joan Baez que me traducía al español ciertos diálogos, a la manera de que la cantante estadounidense lo hacía de los temas de Violeta Parra.
De fondo, Piazzola y después algo de jazz y de alguna banda italiana que en un momento había sido “under”. En los acordes mas clásicos del músico argentino, le obligaron a bailar tango, pero su aceptación solo fue a causa más por un efecto de los vinos que por su cuasi nula condición de bailarín. Payaseó unos pasos con Beatrice y solo desde ahí empezó a mirarla con esa atención que luego, broma va, miradas que se cerraban entre ellos, hizo que la acompañara a su casa y que se quedara en ella.
Si nuestro personaje pudiera poner en palabras sus sentimientos desde que aquel avión salió del aeropuerto de Buenos Aires. Si cualquier persona pudiera ordenar la relación espacio-tiempo de acontecimientos cuando todo lo que le pasa es tan visceral que las neuronas no llegan a proporcionar la totalidad de datos que provienen de todas las partes del ser, esa sensación de que los tiempos no corrieron de manera armónica con los sucesos, esa sensación que en verdad no sabia si había surgido desde el momento de conocer a Marie, o solo un día antes cuando guardó la estatuilla precolombina en el escritorio de su oficina. Si más no fuera que pudiera detenerse realmente a entender la lógica de relaciones, de causas y efectos si los hubiera, pero Marie, los militares en Río, la aventura de ver la Roma antigua y moderna, el abrazo de sus amigos, las armas en su cabeza y en la de ellos para llevarse aquel sobre, y ahora, ahí junto a esta mujer hermosa devorándose mutuamente con la sigilosa armonía de no ser adolecentes, esta mujer que recién le acababan de presentar, con la que la energía fue recorriendo cada centímetro de su piel, la suya y la de ella en ese milagro llamado pasión, en esa necesidad de devolver a los cuerpos, a la piel, a todos los sentidos, ese equilibrio de tiempos y espacios del le habían quitado en lo ocurrido en esas jornadas.

Marcelo dijo...

-Mi hijo- dijo sobresaltado al despertar. Ella se rió mientras le traía un desayuno a la cama. Tal vez su suavidad al despertarlo hizo que pensara en cuando él le llevaba el desayuno de más pequeño. -Disculpa, me acordé de mi hijo. -Muy bien, dijo ella, eso está bien. -Es que el otro día había quedado en comunicarme y después paso lo del robo, el paseo con vos, tus ojos, y me había olvidado…-Bien, tomemos un desayuno y después intentas ver si te puedes comunicar con él. Del desayuno pasaron a las caricias y de allí a que solo más tarde pudiera ver en internet que el pobre le había dejado otro mail, y las culpas del padre cuando las necesidades del hombre. En el texto volvió a decirle que encontraron otra estatuilla con iguales características de la que el había guardado en el escritorio, que estaban realizando análisis para ver si eran de la misma procedencia, que en la comunicación que habían tenido con el museo de Londres parecía que allá también tenían otras muy semejantes procedentes de la isla llamada “La Española” al llegar Colón y que luego bautizaran como Santo Domingo, que esperaba que la estuviera pasando muy bien y que esa fuera la causa de que no se hubiera comunicado, y una Post Data: -te quiero mucho, aunque seas un poco adolescente, jaja….
La respuesta intentó describir los hechos sucedidos, pero calmando las palabras para que no se asustara, para que supiera que él se encontraba muy bien, igual que sus amigos y esta nueva amiga que le habían presentado y que tal vez era la causa de lo que su hijo mencionara como “un poco adolescente”…Igual se quedó con culpa, presente por no haber estado en comunicación cuando habían dicho, pero también pasada por todas esas faltas que la condición simple de padres y no de dioses encarna en las personas. A la noche lo buscaría en el chat y sino directamente lo llamaría. Igual los pensamientos se le fueron cruzando con el nuevo hallazgo en Buenos Aires, la posibilidad de que la estatuilla perteneciera a una cultura precolombina de Santo Domingo, pueblos totalmente exterminados en la conquista y en la primer etapa de explotación económica capitalista, que a tal punto tuvieron que renovar todo aquel plantel de trabajadores esclavos por negros que iban llegando en tandas para hacer de aquellas ciudades coloniales de las más ricas de América, proveyendo ¾ partes del azúcar de toda la Europa renacentista.
De eso hablaron luego con Beatrice, lógicamente del Dante, de Leonardo, de la revolución copernicana de que “el sol no se mueve alrededor de la Tierra”, de cómo las travesías de Colon llevaron a que un joven de buena familia, pero ante la amenaza de que las nuevas rutas al Oriente amenacen la prosperidad de la Liga Hanseática, a buscar una prebenda eclesiástica y así ese tal muchacho llamado Nicolás Copérnico pudo tener los tiempos necesarios para esbozar algunas ideas que habían quedado olvidadas mas de mil años antes, guardadas con llave por la Iglesia, de que la Tierra no era el centro del Universo, y de como pareciera que hay hilos invisibles que sostienen relaciones de causa y efecto, el ejemplo era el encuentro entre ellos allí luego de que ciertos acontecimientos no muy gratos hubieran pasado.

Marcelo dijo...

Comenzaron a hablar de los lugares que les gustaría conocer, sobre todo a él en este viaje de iniciación a la cultura europea, pero también a ella, cuando siempre ocurre que muchas veces uno no conoce lo que está bastante cerca y no hay dificultad alguna en acercarse. Lógicamente le dijo que Venecia, Milán, el sur la Sicilia de donde venían parte de sus antepasados, el mar Mediterráneo que unía al mundo antiguo, allí mojando los pies de aquellos pueblos, pero que también le gustaría ver algún mural de Piero Della Francesca, tal vez el inaugurador de la visión renacentista, olvidado por las genialidades de Leonardo o de Miguel Ángel, pero que había de alguna manera dado el puntapié inicial de lo que aquellos gigantes humanistas realizaron. A ella le gustó la idea, no había visto nunca sus murales salvo en reproducciones, así que quedaron que al día siguiente irían a…
A la tarde siguieron visitando estupendos escenarios de la cultura renacentista como del arte moderno italiano, antes avisaron a sus amigos por si querían acompañarlos y estos les pidieron que los perdonaran, que Michel ya estaba bien pero que tenían que ir a hacer unos trámites, que a la noche quedaban en encontrarse en un sitio que le tenían preparado, que aprovechara la hermosa compañía que le habían presentado. Y así fue, pero antes de ir a cenar, él quería intentar ver si podía comunicarse con su hijo. Pasaron por la casa, y mientras Beatrice le preparó un té de frutillas, volvió a no encontrar a su hijo para chatear, pero le habían llegado mails suyos y del Museo. Primero abrió el de su hijo, que con cariño le decía que se cuidara, que por suerte no había pasado nada grave, que ahora había que disfrutar y por lo que cuentas estás en excelente compañía, a lo que ella que estaba observando el texto sonrió. El otro mail venía del Museo, le daban más datos de los que le había sintetizado su hijo, sobre las estatuillas, sobre las similitudes entre ellas y en relación a unas del Museo de Londres, sobre una segura antigüedad de entre 500 y 600 años, que los londinenses todavía no las habían enmarcado en ninguna cultura, ya que eran pocos los vestigios relacionados que se habían encontrado en inmediaciones de su procedencia, pero que ellos poseían en sus anaqueles 5 estatuilla más, de formas similares, bastantes naturalistas, 2 como de ancianos en estado de plegaria, 1 como de un niño sosteniendo una especie de lanza la cual estaba perdida, y otras dos que podrían estar relacionadas también: una especie de barco con estilizaciones que parecían ojos, y otro personaje que tal vez y por la época en la que se las relaciona pudiera ser un conquistador, ya que aparenta tener vestimentas extrañas a los otros personajes y algo así como un casco o gorro también con inscripción de un ojo.

Marcelo dijo...

A la noche volvió a soñar. Era él, pero aquel otro que sin una de sus piernas había escapado por la selva, junto a su mujer y sus hijos, por medio de la madre naturaleza que ahora lo protegía pero no podía saber por cuanto tiempo, esos dioses llegados del mar querían su sangre, seguramente serían vertidos ríos de sangre para saciar el poder de esos dioses que en vestimentas extrañas habían asesinado a los ancianos y de lo que él pudo escapar ante la borrachera de sus carceleros y la violación de las mujeres del pueblo vecino. Estaban huyendo, se arrastraba ayudado por su hijo mayor, su mujer llevaba al menor en brazos, todo el pueblo como podía se entrelazaba en los verdes de esa selva madre que les proporcionaba vida y muerte para confundirse nuevamente en ella y renacer entre sus arbustos, sus lianas, sus animales. A la noche descansaron. Ya se habían separado en grupos de acuerdo al rumbo tomado y a la velocidad de sus pies en la marcha. Los que habían llegado con ellos a esa pequeña guarida en la piedra, refugio a sus antepasados, decidieron realizar un descanso. Los hombres montarían guardia, mientras las mujeres y los pequeños descansarían. Como no entraban en su totalidad, algunos buscaron refugio entre las frondosas plantas de alrededor. Su mujer decidió quedarse curándole la herida, mientras el pequeño iba a ser cuidado por su hermana dentro de la cueva. Esa herida estaba grave a pesar de las hojas apropiadas que secaron los ríos de sangre que se precipitaron en un primer momento, era mucha la sangre perdida, mucho el desgaste de la huida bajo la lluvia, sobre y dentro del barro, la debilidad que sentía era casi de un agonizante. Ella lavó la suciedad, buscó nuevas hojas cicatrizantes, realizó las oraciones necesarias junto a masajes que calmaron en parte el dolor del hombre amado. La miró, a pesar del dolor que lo atravesaba la miró, la admiró, la sintió acariciándole, curándole, la atrajo y ella, muy delicadamente pero al mismo tiempo con todo el fuego que la angustia misma aumentaba dentro de sus cuerpos, fue rozando su pelvis contra la suya, abriéndose lentamente al ardor de fiebre que había en él, haciéndole olvidar del dolor de la herida, pero también de la angustia de la huida, en este mundo donde vida y muerte se estaban comenzando a parecer, al que solo esos hechizos de sus cuerpos podían aliviar del final anunciado. En ese momento volvió a tener sus piernas.

Marcelo dijo...

13-
Ya la noche con los amigos había pasado, el lugar adonde se reunieron tenía algo del San Telmo porteño, pero con la exageración italiana. Fotos viejas de ese lugar y de la Sicilia de la que provenía el dueño, mucha madera, mucho ladrillo con historia que armonizaba con los vinos, las sonrisas de la amistad, la piel todavía ardiendo entre los amantes nuevos de la noche anterior, ardor que seguiría luego antes de introducirse en aquella otra vida a la que ya se estaba acostumbrando a hacer suya, tan real como ésta, continuidad del sueño donde se renovaban las angustias y alegrías transformadas, como el vuelo sexual en que se había sumergido con Beatrice pero que lo perseguiría luego junto a su mujer onírica, la que él también ya iba reconociendo, llevando al espacio diurno y que de algún lugar de sus recuerdos provenía y no sabía, como tener dos amantes, pero también eran dos vidas de la cual una sabia de la otra solo un pequeño lapso del tiempo al despertar.

Marcelo dijo...

2º parte
14-
Mural de Piero della Francesca en Arezzo, cerca de su ciudad natal
(acá una reproducción de "La Resurrección", el mural de Piero della Francesca).

Dormidos los soldados, dormidos los hombres casi en conjunción con el paisaje de fondo de donde brotan erguidos los árboles. Como de aquellos brota erguido y atenta su mirada hacia nosotros, casi como un soldado más, bandera en mano, tan hombre como aquellos, mostrando sus heridas pero despierto a nuestra contemplación, el Cristo resucitado.
A un lado y otro, simetría que designa también humanidad, los árboles sin hojas, el suelo agotado del invierno, y del otro la vida brotando nuevamente de sus copas. Hacia este lado su pierna levantada, el punto rojo de su mano en vértice del triángulo que forman sus soldados, y digo “suyos” porque todo ser lo fuere, ya no dios de los judíos ni de los romanos. Las líneas que se llaman unas a otras, el triángulo central de la simetría enclavado en su mirada, los ojos ciegos de los hombres, de uno al otro y así hacia los ojos del que nos mira, del único vidente en esta ceremonia.
Ese rostro ya es humano, aun cuando ya fue muerto sus sombras asemejan a las de sus carceleros, al paisaje natural del fondo desde cuyo color, la saturación del mismo, su claridad de tonos y la perspectiva en formas, lo aíslan.

Esta obra es de 1465. Si la comparamos con “el Bautismo”, 15 años antes, el juego de miradas, los árboles, el Cristo hacia los espectadores pero a la misma altura humana que el Bautista, surgiendo de su misma tierra. Un claroscuro más cercano a las técnicas del medioevo a pesar del uso de la perspectiva. ¿Qué situaciones ocurrieron en medio de ese tiempo? ¿Qué hechos marcaron a Piero para transformar su imagen?, fueron 15 años de creación continua pero bajo los cánones de una Iglesia Todopoderosa, nos preguntábamos al ver esa obra. La lógica evolucionista diría que el propio aprendizaje, pero no lo hay sin necesidad de cambio, ¿qué hechos produjeron al Piero ya artista renombrado para tener esa necesidad de tal cambio?. La geometría en ”el Bautismo” está dada por un cuadrado, símbolo de la Tierra y de lo estático. En lo alto, un semicírculo avanza como signo del cielo eterno. En cambio, en “la Resurrección” las figuras básicas son triángulos, la religión consumada y con el vértice en punta hacia ese cielo que ya no es círculo pero que será concavidad en la arquitectura renacentista. En el suelo la humanidad, los soldados ciegos, uno que aparenta autorretrato, la musculatura humana que marca el horizonte al arte que vendrá y en medio de todo ese detalle de elementos, en medio de los soldados, surge una duda, una contradicción de continuidad en una de las piernas. Imposible que Piero no haya advertido esa falta, tanto detalle en la obra él que era un estudioso de la matemática, detalles desde lo geométrico hasta la simbología, y a ese soldado le falta una pierna.

Marcelo dijo...

15-
El viaje a Arezzo fue inolvidable, era sentirse parte de ese territorio, ya no la Roma o esas ciudades acostumbradas al turismo diario. Iban recorriendo el interior en el auto de Beatrice, ella le iba contando, mezclando anécdotas de su vida o de la historia italiana. Pararon en medio de un pueblo de aquellos que todavía guardan lo popular europeo, con esas callecitas angostas y en desnivel, con adoquines aun en parte de las calles, con abuelos con miradas repletas de silencios que quedaron guardados de su propia vida. Sintió la Italia real, también pasaron por zonas fabriles, similar a cualquier barrio industrial de cualquier lugar del mundo. Intercambiaban sus experiencias de otros viajes y cada tanto jugaban a ser adolescentes inexpertos de la vida e inocentes de las realidades. El mural fue el atrio adonde llegaron de su peregrinación, el altar donde juraron su amistad por siempre y el amor al arte y la verdad, que tal vez sean caras de lo mismo. Arte y verdad como estrategias y como objetivos, teoría y acción sin dogma alguno que los banalice.
Volvieron muy cansados del viaje. Luego de llamar a sus amigos para contarles la aventura y de cenar unas empanadas bien criollas que preparó especialmente, le pidió permiso para intentar nuevamente conectarse con su hijo. Por fin lo hizo. Se pusieron a chatear observando sus caras virtuales, la similitud de sus caras en esas imágenes entrecortadas que despedía la pantalla. El chico habló de sus cosas, había vuelto a ver a uno de aquellos compañeros de la primaria y que eso le había dado mucha alegría, habló de sus problemas de pareja y le preguntó por su nueva compañera. -Bien, no quiso demostrarle por algún prejuicio tonto, la “onda” hermosa que sentían con Beatrice, pero sí le contó el haber ido a ver unos murales por el norte de Italia y esas situaciones anecdóticas que hacen que el otro entienda a medias lo que uno va sintiendo. La charla, en verdad la digitación sobre el teclado, duro bastante, necesitaba saber de su hijo, necesitaba contarle de sí mismo y seguramente lo mismo sucedía del otro lado del Océano, en la cabeza y en los sentimientos de aquella personita que había crecido más de lo que él hubiera imaginado. Al terminar el diálogo, se dirigió al dormitorio donde estaba Beatrice, ahora dormida, envuelta entre sábanas y vaya a saber qué sueños propios o no, relacionados con ese día, con este argentino que le habían presentado y al que los unía un especial compañerismo y su gusto por el arte y la amistad. Ella lógicamente no venía de la nada, su historia había sido similar a la suya, pero en otro contexto, había estudiado idiomas y artes, realizado algunas muestras de esculturas, algunas de las cuales todavía decoraban su departamento, había estado casada y había perdido un hijo, lo que la marcaría a futuro en su corta posterior relación con su marido y en otras futuras parejas que no llegaban a nada, que no hacían historia. Mientras, había viajado bastante haciendo uso de sus estudios de inglés y español, aprendiendo luego el francés, el alemán, y algo de japonés, donde vivió unos años junto a una de las parejas que más le habían durado. Era feliz, se la notaba viva, pero en sus ojos y seguramente en la profundidad de sus sueños recorría un duende de melancolía, él se lo había notado, y eso a ella la hacía más cercana, como ese tango que los porteños tienen guardado aunque renieguen de él.

Marcelo dijo...

Por la noche, volvió al sueño. Continuaron los hechos en la noche de la selva, junto a su mujer, esos rasgos que no eran los de Beatrice pero que algo había de ellos, esa melancolía, ese sabor a conocerla desde otra vida, sus cuerpos entrelazados después de hacer el amor, a pesar del peligro de la selva y del peligro nuevo de los conquistadores. Al amanecer partirían junto a sus hijos y al grupo con el que habían recalado, los otros grupos seguramente habrían también descansado en alguna otra parte más adelante, ya que por su pierna, por la condición de algunos otros, ancianos o enfermos o criaturas y sus familias, habían quedado rezagados en la huida. Su pierna ahora lo rezagaba. Llevaba recuerdos de su adolescencia corriendo tras la presa para volver junto a su padre, quien le enseñó sobre el arte del barro y las transformaciones del fuego. Esas mismas enseñanzas que ahora le propiciaba a sus hijos, aprendizaje sobre el silencio de las manos perpetrando la vida de su pueblo sobre el barro. No le habían cortado sus manos, solo las piernas. Aún podría hacer sus ofrecimientos y pedidos, sus agradecimientos y comuniones hacia los dioses de la Tierra.
En ese momento Beatrice lo despertó, todavía entre sueños la acercó a su pecho pero al mismo tiempo sintió un vacío que le venía desde abajo de su cuerpo. Tocó sus piernas, las sintió. Le contó luego a Beatrice el sueño, su continuidad, que al otro yo onírico le faltara una pierna. Ella sonrió, tal vez fue el recuerdo diurno del mural de Piero: -Recuerdas ese soldado al que le faltaba, al que la perspectiva acometía en la duda de la continuación de sus extremidades. -Tienes razón, pero también está la estatuilla esa que te conté, a esa estatuilla también le falta una pierna, como si fuera un símbolo y estoy casi completamente seguro de que fue proyectada así por el artista, que esa mutilación no fue producto de haberse roto sino que fue construida así como demandando aquella falta. –Tal vez,… seguramente se te juntaron esas dos imágenes, dijo ella.

Marcelo dijo...

16-
Una morena te anda buscando- le dijeron sus amigos. Lógicamente la mano de Beatrice se soltó de su cintura, los amigos al verlo se rieron de la situación, -no, no estoy celosa, dijo ella. -Ey, no te preocupes que nadie me está buscando, igual sos libre-, la mirada de los 4 se entremezcló y todos soltaron una carcajada tal que el instinto de Beatrice al soltarse o el de Pablo al defenderse quedaron como boberías adolescentes. –¿Les dijo quien era? No, solo que buscaba a un argentino, le preguntamos de dónde te conocía, por lo del sobre tal vez fuera a quién conociste en el avión, ¿como se llamaba?, pero nos dijo que no te había conocido en ningún avión y se fue-. En verdad, después de todo lo que nos pasó te cuento que teníamos miedo, pero seguro fue alguien equivocado. -Es más -agregó Michel-, luego leé la nota del periódico, parece que nuestro gobierno democrático sacó una ley por la cual se considera delincuente a los inmigrantes ilegales, hasta nos quedamos pensando que posiblemente esté relacionado con ésto, buscando a alguien conocido que la refugiara o le diera una oportunidad de trabajo. Después cambiaron de tema, les contaron del viaje al norte buscando los murales de Piero Della Francesca, y de ese personaje en el mural al que la perspectiva le había mutilado la pierna, Beatrice les contó algo también de los sueños extraños que lo estremecían, aparte de agregar de que la despertaba con ronquidos pero que con un golpecito seguía en sus sueños locos.
El periódico al que se referían no era precisamente italiano. Ellos se mantenían informados de la realidad latinoamericana desde que habían viajado a nuestro continente, y cada tanto les daba por comprar diarios o de Argentina o de algún otro país. La nota del periódico decía lo siguiente: “8/8/2009 - La nueva y polémica Ley de Seguridad entró ayer en vigencia. Desde ayer, en Italia un extranjero indocumentado es un delincuente. Entró en vigor la nueva Ley de Seguridad aprobada el mes pasado por el Parlamento, que establece normas muy restrictivas para las cinco millones de inmigrantes, la mayoría regulares. Ya se produjeron los primeros arrestos –dos norafricanos en San Remo y otros dos en Pescara- y fueron presentadas las primeras de las muchas denuncias que están preparando. La mayor parte están siendo tramitadas en las prósperas regiones septentrionales, donde crece un clima de hostilidad, racismo y xenofobia contra los inmigrantes, sobre todo si tienen la piel oscura y provienen de países pobres…”, y en otra parte “ Preocupan las nuevas medidas antiinmigrantes en Italia, mas aun porque la flamante ley –repudiada por la centroizquierda y el Vaticano. Tiene un fuerte consenso social entre los italianos. En un contexto de crisis económica global, donde el PBI de Italia se ha contraído dramáticamente – un 6% en lo que va del año-, aumentan el egoísmo social y los pedidos de mano dura contra quienes son acusados de quitar el empleo a los italianos. Ayer mismo, el estado policiaco llevó a una chica marroquí a suicidarse por temor a ser expulsada. Lamentablemente, el drama recién comienza…”

Marcelo dijo...

- No todos los italianos somos iguales- le susurró Michel al verlo leer la nota. –Sí, ya sé que ustedes no son fascistas y que estas crueldades ocurren acá y allá también, sabes que mucha gente en Argentina mira mal a bolivianos o peruanos por los mismos motivos que dice acá-, --Por eso digo que tal vez la morena que te vino a buscar puede estar relacionada con esta noticia, pobres no saben adónde ir y no nos dejó que le preguntemos mucho, tal vez dudó de unos italianos cuando es éste país el que los discrimina-, -OK, la realidad es que les sigo trayendo problemas…-, -No, jaja, no te vuelvas paranoico. A pesar de todo, estamos disfrutando mucho tu estadía en nuestro país,…y por lo que parece, no somos solo nosotros, también Beatrice parece conforme, -Hablan de mi?, se acercó ella con cara de interrogación.

La duda siempre existía. El cuerpo y la sonrisa de Beatrice, la amistad, la admiración de las obras de arte, el estar en la Europa de donde provenía la mayor parte de sus antepasados, realmente sentía eso que se llama felicidad. Así se lo hizo sentir a su hijo, en los mails y hasta en las cartas que también le fue enviando, necesidad de la sensibilidad que tiene la palabra escrita con la propia mano. Aún cuando por internet hasta podían verse las caras, él necesitó escribir sus cartas. En ellas dejaba salir esa duda que todavía le dolía sobre lo que le habría sucedido a Michel, las cartas iban dirigidas a su hijo, pero a su vez eran la necesaria oportunidad de diálogo con sí mismo.

Marcelo dijo...

17-
El dialogo surgió inconsciente en una de esas conversaciones sobre Latinoamérica. Michel le dijo que si todavía le surgía la necesidad de saber sobre su compañera de viaje, tal vez se podría averiguar en la embajada. Uno podría dudar en relación a los acontecimientos que siguieron a su detención, que tal vez los papeles tuvieran urgencias políticas y que la misma embajada estuviera implicada en todo ello, pero al haberse dado los hechos de tal manera, el secuestro de los papeles, el hecho de haber sido víctimas de tal situación, no tenían nada que temer ya, a lo sumo nada le dirían y se mantendrían en la duda. La otra posibilidad era intentar ir directamente a la dirección que él recordaba, a esa dirección adonde tendría que haber llevado los papeles, pero por un lado no estaba seguro ni de la calle ni del número y por otro allí sí podrían volver a estar de vuelta implicados en aquellos acontecimientos que querían dejar como recuerdo. Quedaron en ayudarlo a hacer las dos pesquisas. Al día siguiente antes de volver a visitar otra ciudad de esas que la historia del Arte mantenía en un siempre presente, irían con Beatrice a la embajada. Y el fin de semana, último fin de semana de las vacaciones, irían los cuatro a las posibles direcciones que Pablo mantenía en su cabeza.

En la embajada, tuvieron que esperar un rato hasta que los atendiera la secretaria del embajador. Les dijo con mucha amabilidad que no tenía noticias de aquellos hechos, que intentaría averiguar, que estaba muy bien que se hayan acercado a preguntar, sobre todo por lo ocurrido en el avión, era una ciudadana haitiana a la que le había sucedido tal acontecimiento, así que por uno u otro motivo alguien tendría que saber de ello. Ella le notificaría sobre lo que averigüe, pero recién sucedería a la semana siguiente, así que Pablo quiso dejar la dirección de Buenos Aires, y un mail, ya que tenía que volver y no quería dejar la dirección de sus amigos para no implicarlos en algo que ya les había traído bastantes complicaciones. Luego, siguieron su viaje, el placer del paseo en buena compañía sobre aquellas ciudades que fueron y serán siempre historia de la civilización occidental.

Marcelo dijo...

Seguía visitando museos y también los museos que uno ve desde la calle misma, las estructuras que alojaron a aquellos creadores del Renacimiento: a un Leonardo, a un Miguel Ángel, a un Bruneleschi o a un Piero Della Francesca…Se había quedado sorprendido el otro día con su visita al convento donde éste pintara uno de sus murales, quizás uno de los más representativos de ese corte cognitivo con la Edad Media. Se había quedado pensando que tal vez esa disposición de las piernas de uno de los soldados hubiera provenido de algún arreglo posterior al muro olvidado por los siglos a la humedad y a las guerras. Sentía alivio de pensar de que la conciencia general de las nuevas épocas defenderían aquellas obras de arte de nuevas guerras. Soñaba de que esas nuevas guerras nunca ocurrieran, pero sabia del instinto del hombre por el poder. Volvió a recordar la estatuilla, sus sueños repetidos, la historia del nuevo mundo, Haití y su compañera de viaje, Haití donde también se encontrarían vestigios artísticos de culturas desdeñadas por la historia europeizante, Haití que desde ya no fue siempre un país pobre ni muchísimo menos. Todo lo contrario, cuando siendo colonia francesa proporcionaba más ingresos que todas sus demás colonias juntas, donde florecían las artes y la ciudad de Cap Français era conocida como el París del Nuevo Mundo. Haití, cuya dominación española había sido tan desastrosa y cruenta que despobló el país casi por completo y los franceses lo repoblaron con esclavos negros y cuando en 1789 las ideas de libertad, igualdad y fraternidad estallaron en la metrópoli, esos esclavos tuvieron la ocurrencia de creerse que eso iba también con ellos. Haití, el único país que no pasó a ser dirigido por los colonos europeos cuando se independizó como el resto de América, cuando la revolucionaria Francia no reconoció su independencia y le exigió altísimas compensaciones, cuando la liberal Estados Unidos combatió desde el principio y decretó sucesivos bloqueos y embargos, hasta que en 1915 la invadió y en 1918 obligó a cambiar su Constitución porque prohibía vender tierras a los extranjeros, la que poco después quedaría en manos de dictaduras sangrientas y miserables como la de los Douvalier durante la que murieron asesinadas centenares de miles de personas.

Marcelo dijo...

18-
Encontró ese informe buscando encontrarse en el chat con su hijo. El autor describía la actualidad de ese país del cual era la estatuilla en Buenos Aires, del cual eran Marie y su amigo obligados a bajarse en el aeropuerto de Rio de Janeiro cuando nuestro personaje se iba de vacaciones a encontrar las riquezas del Renacimiento en Europa, la misma Europa que conquistó esta América, cuyos primeros pasos dejaron huellas de sangre en las Antillas, tal vez las huellas que aquella efigie en su escritorio guardaba en la amputación de una de sus piernas.
Transcribo esa nota que Pablo encontró, casi sin buscar, como si tal necesidad de búsqueda que siempre lo devoró, esa necesidad de artista, tuviera que resurgir en aquellas vacaciones junto a sus amigos italianos. El lector puede omitir su lectura, solo agrega datos estadísticos de un Haití anterior a los sucesos que aquí cuento, el texto era de 2006, el año de su bicentenario como país independiente (¿?), datos no ficcionales como esta novela, pero claro que subjetivos como cualquier otro texto, aún cuando duelan ciertos números que sí son reales:

“¿Alguien puede extrañarse entonces de que las lluvias, por suaves que fueran, se conviertan en una auténtica masacre? Para colmo, el Fondo Monetario Internacional impuso recortes en los gastos sociales y la deuda externa (a veces para pagar créditos que ni siquiera llegaron a Haití) es económicamente extenuante. Sólo para hacer frente a los intereses se dedica el doble que lo que se gasta en sanidad. Como siempre que ocurren estas cosas, la tendencia general es a pensar que se trata de una desgracia natural más que cae sobre territorios o naciones que por su intrínseca miseria y pobreza están siempre condenados al sufrimiento y a la necesidad. Esto es cierto en el caso de Haití pero sólo desde un cierto punto de vista. Es verdad que hoy día Haití es el país más pobre del hemisferio norte. De sus ocho y pico millones de habitantes se calcula que unos 3,8 no disponen de ingresos suficientes para sobrevivir y que 2,4 están en situación de insuficiencia alimentaria crónica. El 50% está desempleado y un 52% en situación de pobreza. Los que trabajan no están en mejores condiciones. En la capital, Puerto Príncipe, el 92% de los empleos son informales; en el conjunto del país un 60%. Las imágenes que vemos del país son las de un territorio miserable, sin riqueza alguna, lleno de suciedad y hambre…

Marcelo dijo...

…En Haití ha habido 42 presidentes y de ellos 29 han sido asesinados y sólo 2 han sido elegidos legítimamente. Como dice Eduardo Galeano, a Haití, los marines siempre regresan, como la gripe. Con los marines llegaron además las políticas neoliberales. Ya con Douvalier se obligó a que desaparecieran las defensas comerciales y eso permitió que Estados Unidos colocara allí sus excedentes agrícolas. Era lo que buscaban. Cuando era colonia, Haití producía mucho para proporcionarle ingresos a la metrópoli, ahora importa el 70% de los alimentos que consume. Ha pasado de ser productor y gran exportador a convertirse en el cuarto importador mundial de arroz, sobre todo procedente de Estados Unidos. Eso es lo que provocó que la población que trabajaba en el campo, un 70% del total, se arruinara casi por completo. Las empresas norteamericanas utilizan su mano de obra baratísima en industrias de embalaje y de poco valor añadido, en las llamadas maquilas, que son verdaderos antros de explotación y muerte. Según un informe del National Labor Comitte de Estados Unidos, más de la mitad de las plantas maquiladoras están contratadas por firmas como Sears, Wal-Mart o Disney que pagan menos de la mitad de lo estipulado, exigen jornadas semanales de hasta 70 horas y contratan habitualmente a niños.
No respetan el medio ambiente y los ecosistemas están destrozados. Aunque el nombre de Haití significa tierra de montañas hoy día sólo le queda un 3% de su antigua superficie forestal. Mientras tanto, y según el ex embajador en La Dominicana, desde Haití sale un 40% de la cocaína que se consume en Estados Unidos, en operaciones procedentes casi siempre de Colombia y de las que los servicios secretos deben tener buen conocimiento. El Washington Post llegó a publicar el nombre de los militares y matones implicados en el tráfico. Quien quiera entender lo que ocurre en Haití debe analizar, pues, la naturaleza y vinculaciones de los circuitos internacionales del crimen y la droga. Y los poderes que hay detrás de todo ello. Es materialmente imposible resumir en unas líneas la historia de infamias, saqueos, crímenes y desgracias que jalonan la historia de este hermoso país, de la perla que encandiló a Colón y que ahora sufre de nuevo.
Aquellos esclavos creyeron que el sueño de la libertad estaba escrito también para los negros y sus amos blancos no se lo perdonaron nunca. Crearon un infierno donde se matan entre ellos y en donde, además, los destroza una lluvia que en lugar de apagarlas aviva las llamas.” (“Haití”, Juan Torres López)

Marcelo dijo...

19-
Lógicamente para el fin de semana no había llegado ninguna respuesta de la embajada. Por lo tanto, fueron a visitar a sus amigos y desde allí en auto hacia el pueblo cercano a Roma adonde creía Pablo que era la dirección a la que hubiera debido llevar aquel sobre. Llegaron a eso del mediodía, de la calle estaba casi seguro lo que dudaba era de su numeración así que tuvieron que ir recorriendo varias cuadras. No encontraron nada, ni en las direcciones que creía recordar ni en el resto del trayecto. En un momento se detuvo, detuvo a sus acompañantes que seguían hablando de arte, de la situación política mundial, de Perón y su semejanza o no con Mussolini, y hasta de futbol, mezclados los temas con algún intento de cantar a coro algún tema de Violeta Parra. Se detuvo y observó una de las casas, cerradas sus ventanas y puerta pero ésta como si hubiera sido forzada en algún momento y ahora solo mantenía sus secretos por el lazo de unas cadenas y un candado.
-No- dijo Michel sospechando sus intenciones. El resto sonrió por la situación, pero luego de algún pequeño debate, creyeron volver a sus juegos de niños, sea en Italia como en Argentina, a aventurarse en aquellas casas abandonadas de sus respectivos barrios y tuvieron que aceptar la oferta que se les proponía. Las mujeres se quedarían en la puerta. Los hombres intentarían entrar y ver el interior de aquella casa. El candado era lo suficientemente fuerte para detener la entrada por la puerta, pero pudieron hacer palanca sobre una de las ventanas hasta que se levantó. El vidrio por dentro no fue inconveniente ya que estaba roto. Pablo entró primero, muy lentamente. Michel al entrar les dijo a las mujeres que vigilaran bien la llegada de algún vecino, si no era sospechoso que hicieran un pequeño golpe, pero que si era la policía golpearan tres veces para poder esconderse y ellas siguieran caminando hacia la esquina donde habían estacionado el auto.
Adentro la atmósfera estaba densa. Un revoltijo de sillas, libros, papeles narraban un acontecimiento de violencia en su interior. No había sangre, después harían tal observación tranquilizando los miedos de sus compañeras. No sabían qué buscar. Recorrieron los cuartos, se detuvieron en alguna foto y en algunos papeles que aseguraron que ese era el lugar. Tomaron algunas fotografías con la cámara que llevaba en sus recorridos turísticos. Levantaron algunos papeles y fotos, y salieron, sigilosamente como habían entrado. Afuera sintieron la transpiración producto del temor lógico. Volvieron los cuatro al auto, casi sin decir palabras. Allí contaron lo visto a Beatrice y Angélica, y decidieron alejarse del lugar. No había dudas de que había habido algún forcejeo allí dentro, tal vez los mismos que denunciaron a Marie, tal vez se habían llevado a quienes estaban esperando allí la llegada de los papeles que le había entregado ella en el avión, tal vez habían huido antes y la policía o quien fuera habría intentado encontrar algún objeto mas tarde, ¿para qué?, ¿por qué?...
La duda era todo lo que quedaba de la aventura, nuevos interrogantes que tal vez nunca serian respondidos. Las fotos y los papeles se los llevaría a Buenos Aires, para no implicar aun más a sus amigos. En sus cabezas no surgía nada que pudiera aclararles la situación, pero tal vez leyendo los escritos, o encontrando los nombres a quienes correspondían los retratos algo se podría entender…

Marcelo dijo...

20-
Buscaba entre los pasajeros algunas similitudes a aquellos con los que había venido de Buenos Aires, a quien no encontraría es a Marie, ni a ella ni a su acompañante. Abajo habían quedado los amigos, los últimos días, el juego a ser detectives que los había llevado tal vez a recuerdos de la niñez, el festejo y despedida el sábado a la noche en ese bar con músicos de jazz y alcohol, las caricias de Beatrice, las de él en ella, el silencio que gritaba que se volverían a ver luego en allá, acá o en algún lugar del mundo, de este mundo donde se había consumado su amor, no el amor de adolescentes pero si el Amor con todas las letras donde se junta cariño y necesidad, sexo y pensamiento. El domingo había sido de recorrida por los alrededores, de comida en casa, de recuerdos antes de que pasen a serlo, de obsequios simples como una mirada, una sonrisa y libros de arte, de Piero para él y de arte precolombino para ellos, de una caja que debía abrir solo al llegar a BA para él, de un anillo para ella, para que lo recuerde, para que lo espere tal vez.
Tuvo ganas de abrir el regalo en el avión, pero había prometido hacerlo al llegar a su destino. Vio cierta similitud entre aquella caja que no podía abrir con el sobre que le había entregado otra mujer en el viaje de ida. Las nubes daban cierta rima visual sobre el horizonte. Cerró los ojos acariciando los recuerdos dulces de estos días. Volvía al sueño.

Marcelo dijo...

Ahora él era el hijo de aquel pueblo, el hijo de aquel hombre que tenía en sus manos la creación pero que no pudo detener la destrucción de su pueblo. Ahora él era uno de los hijos de aquel hombre y aquella mujer que habían huido con ellos y con su pueblo del hombre blanco. Pudieron esconderse junto a otros en aquella jungla hermana, en aquella madre tierra que tan bien trabajaba con sus manos aquel hombre que era su padre, que le enseñó a él, como primogénito, la magia que había en sus manos, en su fe, en el barro y en el fuego. Los dioses de la Naturaleza procedían con el resto, solo la Fe en sus manos y en la Madre Tierra y la técnica que provenía de ellos pero que era necesario aprender. Su padre murió después. Su madre consiguió huir junto a los hijos otro tiempo gracias a quienes enfrentaron con sus cuerpos al dios blanco. El dios blanco necesitaba esclavos y tierras. Poco tiempo después también cayó él, de su madre y de su hermano no supo más nada. Era el heredero de la magia de su padre, cayó esclavo del dios blanco y como artesano de enseres lo fue para la reina que tras los mares deseaba la sangre de esta otra tierra.
Se soñó después creador de nuevas estatuillas que enterró muy profundo cerca del cauce de aquel río y de aquellas flores que entendió como mensaje. Esas formas representaban a su pueblo, a sus seres que en ellas tendrían paz y alimento estén donde estén en vida o en muerte. Entre ellas también creó con el barro la estatuilla del padre, del último recuerdo del padre sin una de sus piernas, sufriendo pero amando a aquella tierra y a la magia que los dioses habían puesto en él, una estatuilla que a su vez regeneraba el cosmos en sus manos, barro transformando al propio barro en vida. Así la enterró en aquel lugar junto a las otras, junto a sus seres para que alguna vez ayudaran a reconstruir aquel cosmos perdido, esclavizado para el dios blanco. Tal vez alguien la encontraría, alguien sintiera aquel soplo transferido a la arcilla, la magia de sus manos y de las manos de sus antepasados, la cosmovisión aún viva por las manos del trabajador, consciente del recuerdo de aquella libertad perdida, de la imagen de su padre mutilado luchando por la libertad y por su pueblo.

Marcelo dijo...

21-
Es difícil escapar de un mandato. Por ello, él volvió a sentir la libertad de morir en un levantamiento de esclavos indígenas. Por eso, esos levantamientos nunca fueron escritos por la pluma de los europeos, o lo fueron tergiversados para pasar a la cuenta del olvido, pero quedaron en la Tierra, en los levantamientos futuros de los esclavos africanos y en esa estatuilla, ahora en algún lugar del sur del continente, luego de pasar por manos extrañas, de color y manos tan blancas como las de aquellos invasores. Esa arcilla en un escritorio en Buenos Aires tal vez guarda secretos de aquellos recuerdos de libertad, significaciones intraducibles, tan solo símbolos y por eso no hubo otra manera de llegar que en los sueños que aquí estoy contando. Quizás también en relación de causalidad casi mágica, artística, con los sucesos ocurridos, con ese sobre que había quedado como un símbolo de las necesidades de Marie y de su pueblo.

Marcelo dijo...

22-
En los sueños, las imágenes se van transformando. La historia de aquel pueblo se convirtió en el recuerdo de las caricias de Beatrice y ella misma se convirtió en el recuerdo de Marie.
Los sueños tejen ideas y los pensamientos entran en búsqueda de otras posibilidades que la mente consciente ha perdido. Así Pablo fue entreabriendo los ojos, retomando el hilo univoco de la realidad, volviendo a cerrar las posibilidades de otras puertas que comunican los tiempos, los espacios, las posibilidades infinitas de caminos a tomar en cada cruce de senderos y tantas veces las miradas se transforman en otros cruces ininteligibles pero eternos, como el recuerdo de la mirada de aquella mujer en el viaje de ida, al entregarle aquel sobre, la otra parte de su viaje.
La voz de Marie. Pablo se despertó y creyó escuchar su voz. Miró por el pasillo, recorrió a cada uno de los otros pasajeros, vio que la azafata hablaba con una morena, ese acento tan parecido al de ella o lo que recordaba de ella. Mezcló el sueño desde el que navegaba su inconsciente con la imagen de la realidad, se levantó casi dormido y se dirigió hacia allí La azafata lo vió venir y le preguntó si necesitaba algo. -No, me pareció tal vez que conocía esa voz, perdón, ¿Usted es de Haití?- mirando ahora hacia la mujer, -Si, soy de allá, ¿nos conocemos?, -No, sentí en su voz el recuerdo de otra mujer, discúlpame, estaba yo dormido y se me mezclaron las voces del inconciente y te escuché hablando y…. -No hay problema, vamos con mi marido a Río ,él que me saluda amigablemente, -Perdón…, -No, no hay nada que perdonar-me dice y agrega -Por su tono de voz, tal vez Usted vaya a Buenos Aires -Sí, claro. -Pues nosotros andaremos por ahí luego, -Bien, espero que tengan un muy lindo viaje. -Sí, igualmente -me dice ella mientras su marido hace un gesto de aprobación.

Marcelo dijo...

Volvió a su asiento. Es extraño como algunos hechos, voces, imágenes se nos quedan grabadas, nos vuelven en otro cruce de este camino. Nunca creyó en el destino. A lo sumo en esa relación de causas y efectos tan enmarañados que aparentan sucesos casuales, una continuidad de los parques, la vuelta de aquella mirada o esa puerta que se abre justo en el momento preciso, la sensación de estar viajando en un auto o en un colectivo, y que se combine de una manera precisa la música que escuchas en ese momento, el chofer, el movimiento de los personajes reales que atraviesan el paisaje visto a través de la ventanilla. Pues en eso estaba pensando nuestro personaje mientras volvió a su asiento. No es casualidad, pensó. Volvía a su Buenos Aires y necesitó dibujar. Intentó recordar el rostro en aquel otro avión, buscó descifrar en el movimiento del lápiz, en la imagen que iba surgiendo, las respuestas inconscientes a sus preguntas, Marie, Beatrice, la estatuilla que lo esperaba en el cajón del escritorio, su paseo por Europa, el encuentro con sensaciones casi adolescentes junto a sus amigos europeos, aquel sobre. Quiso buscar en su bolso de mano una pastilla de esas que todavía llevaba desde aquellos ataques de pánico, se sentía mareado, no podía sostenerse en tal desorden de imágenes y de ideas. Un pequeño movimiento del avión o de él mismo en aquel estado le hizo caer el bolso. Salió despedido el regalo de Beatrice, que debía abrirlo en Buenos Aires, que en todo ese desorden mental igualmente lo tomó, junto a la pastilla. Se sentó, empezó a abrirlo muy prolijamente como para volver luego a cerrarlo, para llegar a Buenos Aires con la apariencia de haber cumplido su promesa de no abrirlo.

Marcelo dijo...

Despertó ese día. Tal vez despertó. Entre imágenes oníricas y recuerdos entrelazados en lo imaginario, fantasías de futuros posibles, fue despertando. Sólo.
Ya era Buenos Aires. Esa ciudad que de por sí tiene tanto de surrealista, de contradicción, de ambigüedad en sus calles, en su gente. Esta Buenos Aires cuya arquitectura e ideas pasaron de lo aristocrático a lo populista, del hambre y las luchas de anarquistas y socialistas de principios del siglo XX, a las luces del centro guardando en sus bolsas de basura algún resquicio de comida hacia la noche, esa contradicción que es hoy junto a tintes de democracia y hasta de progresismo.
Ya dejaba de ser noche. Era sábado y Pablo se encontraba solo en su habitación, en el hogar pequeño donde todavía respiraba a su hijo, el fantasma compañero de su mujer, los amigos, la cotidianeidad en sueño de haber amado, de haber necesitado del arte para sublimar tanta soledad de sus fantasmas, en sus recuerdos. Los nuevos recuerdos casi todavía no habían salido de las valijas.
Este nuevo viaje fue volver a sí mismo, a la vida y a la muerte, al último eslabón de la palabra, el que construye su significado. Fue el Renacimiento europeo de hace 5 siglos y la contracara de la América Latina en esa estatuilla, en los sueños que lo enviaron a ese viaje por otras tierras. Fue la historia de los pueblos en esa negra de la que amó su mirada, que todavía sigue envolviéndolo en preguntas, fue su pueblo Haití que en este ahora, como si hubiera concomitancia entre los hechos, lo despierta en su cuarto.

Marcelo dijo...

Porque en un rato estará mirando la TV atónito de muertes en que la naturaleza está asolando lo que ya la historia ha asolado. Un sismo de 7,2 grados alcanzó la isla desde 10000 metros de profundidad, con un epicentro a sólo 15 km. de Puerto Príncipe. Era el 12 de enero de 2010 a las 16:53:09 hora del país. Luego hubo varias réplicas más. El más fuerte en la zona desde 1770, dicen… (Los cuerpos recuperados al 25 de enero superaban los 150.000. Los datos definitivos de los afectados fueron dados a conocer por el primer ministro Jean-Max Bellerive en el primer aniversario del sismo, el 12 de enero de 2011, conociéndose que en el sismo fallecieron 316.000 personas, 350.000 más quedaron heridas, y más de 1,5 millones de personas se quedaron sin hogar).

Marcelo dijo...

continuará... (continuaremos, si quieren, en críticas, imágenes, texto, otros textos).Gracias

tamara dijo...

que lindo, a penas termine de leerlo voy aportar mi granito de arena... besos.

Marcelo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Marcelo dijo...

CONTINUACIÓN

23-
Nadie puede comprender del todo lo que está viviendo en el momento de vivirlo. En el aeropuerto las imágenes de otro país, de otra gente, de muchas muertes. Inmerso en el tiempo, tientan cierta ambigüedad los espacios, los lugares, la extrañeza misma. Volvió a ver las imágenes. Se detuvo en todas las posibilidades del laberinto, estar allí, el sobre que lo hubiera llevado y no devuelto a la rutina. Lo siniestro de cómo una vida puede cambiar de acuerdo a sus circunstancias, el accidente de un hijo, la pérdida de la visión o de la memoria, como en otros un golpe de suerte, una lotería, la quiebra total de las esperanzas. Allí estaba. Observaba cada pieza del rompecabezas en el que estaba inmerso con lágrimas en los ojos.
Desde que llegó a Buenos Aires, la propia vida se había transformado en tragedia. Inentendible, irreconciliable. Un accidente en la autopista una rueda que salta un camión transportador con bolsas de cemento que pierde el equilibrio y se dirige al guardaraid aplastando y obstaculizando cualquier salida. El siguiente auto que se estrella, su hijo manejando desde el aeropuerto trayéndolo de aquel viaje, otro camión por atrás nada más no hay recuerdos sólo la agonía sólo el sinsentido la sangre a la que no alcanzan ni los gritos ni las lágrimas ni la pérdida de la memoria ni de nada.

Marcelo dijo...

Cómo comenzar desde la nada, desde el silencio, desde la hoja o la pared en blanco, desde una servilleta en un bar, desde el despertador a la mañana 6 y 30 las pastillas contra la depresión un pequeño desayuno la calle otras caras que también preguntan cómo comenzar aún cuando algunas estén terminando la jornada. Encontrarse allí nuevamente. No ha pasado tanto tiempo, pero pasó una vida, la de su hijo.

Uno no sabe cuando sale a caminar cuál es el camino a elegir ni el correcto ni las variables que influirán en el destino o si es que alguna vez existió camino alternativo. Sale. Camina hacia un lado, hacia el otro, vuelve sus pasos, se queda observando un reflejo que tal vez es el reflejo de aquella mujer, de aquel niño que fue en su soledad de niño o simplemente el reflejo de las luces de los autos, materialidad de las luces y sus reflejos. Tal vez si fuera adolescente se llevaría una soga al cuello para dejar de pensar en Matías, para dejar de pensar, para dejar inútilmente de pensar. El mundo se vino abajo y cada pedacito de su arquitectura de mundo se clavó en su cuerpo. Desde allá, ella lo llamaba para ir o para venir, para acompañarlo en su soledad, pero esta soledad se descargaba con violencia ante cualquier caricia, ante cualquier síntoma de tibieza. Estaba muerto. Rechazaba la vida. El reflejo de las luces del bus lo detuvo. Un segundo y en ese segundo no se atrevió ni a eso.

Marcelo dijo...

Se sentó en el bar de Córdoba y Uruguay -¿qué le sirvo?, disculpe señor ¿qué le sirvo? El mundo se llenó de silencios, pasó un tiempo o no, la moza volvió a insistir -¿se siente bien, señor?, -sí perdón un café con leche con dos medialunas, sí más café, gracias. En la TV del bar una nueva noticia de Haití, podría ser otro sitio, otro pueblo, pero era Haití, una noticia sin sentido ni importancia mechada entre otras realidades más vendibles. Pero era ese lugar que se había abierto en interrogantes, la única pregunta que en ese día no tenía respuestas. Las otras respuestas lo habrían dado por muerto.
-Hola, ¿cómo estás?, la voz dulce desde Italia, ¿quieres que vaya?, ¿quieres que te haga compañía?, no puedes estar sólo en este momento. –Quiero estarlo, gracias, nada tiene sentido, perdóname. El gato de Matías se le acercaba, lo miraba, ronroneaba también la tristeza. Siguió hablando, no recordó lo que Beatrice le decía. Después pintó, pintó como nunca había pintado, sobre un lienzo que allí aguardaba, con sus lágrimas, con sangre, con algún óleo que había quedado, pintó como con un cuchillo sobre la tela, un autoretrato de sí, de su tristeza fue lo que pintó, lo que destrozó con ese cuchillo. Durmió. Soñó con nada y con todo. Soñó ser nuevamente aquel artista que formó al ídolo de barro. Soñó nuevamente cada sueño en que había sido llevado por la mirada de ese hombre, quinientos años antes en algún lugar de Centroamérica. Siguió soñando en los barcos, en la Europa que atravesó su mirada, en el artista renacentista pintando a ese ser también sin piernas. Un otro Piero della Francesca también quinientos años antes, pero en el continente adonde llegaron los conquistadores, el desenterramiento de la cruz para ser trasladada a América. Cruz de sangre a cambio de todas las riquezas de estas tierras vírgenes, del oro y la plata, de sus vidas y sus vientres, de sus culturas a cambio de ser el brote del naciente capitalismo europeo. Odió. Soñó también con la piel de otro continente. Soñó con Marie, con lo que nunca conoció de ella. La soñó naciendo un hijo muerto. Aquel avión. La posibilidad de un avión que lo lleve a otro espacio, a un espacio donde quedaron interrogantes, donde se abrieron mil puertas. Tal vez, la posibilidad de volver a abrirlas, el ensueño de poder volver a abrirlas y encontrarse nuevamente con su hijo.

Marcelo dijo...

24-
Nuevamente el aeropuerto. Sintió que ya nada tenía que hacer en Buenos Aires, pero tampoco con Beatrice en Italia. Sintió la necesidad de seguir los pasos que no había seguido. Tal vez buscando su propio destino. Por teléfono compró el pasaje que lo llevaría a Puerto Príncipe. Allí llegó. Allí vió aún la destrucción del terremoto, a los militares de la Minustah defendiendo el orden, vió al hambre mismo y a la muerte. Recordó aquellas viejas películas barrocas que comercializaban el tema “vudú” donde ese pueblo se vaciaba de sí explotando las fantasías de la gente para las ganancias del imperialismo del Cine norteamericano, religiones oscurantistas utilizadas por el poder feudal como intermediario de empresas extranjeras. Esos films plagados de muertos vivientes competían en las calles de esa ciudad, como de muchas en todo nuestro mundo, de seres asesinados de su cultura, de vivos muertos cuando no agonizantes en su propia desculturización. Sí, éstos eran los pensamientos de un ser sufriente, de un ser al que la propia sangre abrió los ojos, ese que salía del aeropuerto y no sabía qué lo llevaba ni adonde ir.


Subió a un taxi, le pidió en un francés clase turista que lo llevara hacia algún hotel, algo decente pero que tampoco fuera muy caro. Al acercarse a la zona urbana, quedó atrapado por manifestación de miles de personas que a su paso iban gritando y repartiendo volantes. Bajó la ventana, el chofer insistió que no lo hiciera. Con el gesto le pidió a uno de los manifestantes que le diera uno de esos panfletos. Cerró la ventanilla ante la advertencia del conductor del taxi. Llegaron a un hotel demasiado ostentoso en contraste con los barrios por los que lo habian trasladado. Pagó. Entró al hotel y pidió una habitación. Subió observando a su alrededor los viejos lujos del lugar, el verde intenso de especies vegetales de interior que además daban un glamour tropical al lugar. Entró a su habitación y sin dudar se deslizó sobre la cama, sin ni siquiera abrir las sábanas.

Marcelo dijo...

Al despertar, lo primero que hizo fue leer el texto del volante. Quedó sorprendido, alegremente sorprendido aunque la tristeza siguiera surcando cada centimetro de sus venas. Recordó lo leído en aquel manuscrito que le había entregado Marie y supo que aquel texto había llegado a manos apropiadas. Era del pueblo en las calles, la información sobre los traidores que los habian vendido, que habian vendido los vislumbres de democracia naciente para que cayera nuevamente en este caos seudo-democrático que los seguía consumiendo en hambre y en militarización de los barrios. Era tal vez el inicio de una nueva esperanza para ellos.